Recién llegada a la Corte tras su obligado matrimonio con Enrique IV de Castilla el 21 de mayo de 1455, Doña Juana de Avis sufre el agravio de que su marido, indiferente a su afamada belleza, pone los ojos en una de sus damas, la también portuguesa Guiomar de Castro.
Este rechazo bien pudiera ser la causa de que su hija, la princesa Juana, nacida en Madrid en 1462, tuviera por padre a Beltrán de la Cueva o al menos así lo ha decidido la historia.
La belleza de Doña Guiomar fue alabada por el propio Jorge Manrique y la Crónica anónima de Enrique IV de Castilla 1454-1474 (Crónica castellana) habla, en su Capítulo XLII, De lo que en la villa de Madrid acaesçio a doña Guiomar de Castro, fija de don Pedro de Castro, que despues fue conde de Monssanto. La crónica, que no tiene desperdicio, dice así:
Esta doña Guiomar fue una de las mas prinçipales donzellas que la reyna Juana traxo de Portogal, a la qual el rey mostrava tan grande amor que ya paresçia tener en poco a la reyna. E tan grande era la privança que con el rey tenia, que qualquiera merçed que alguno queria aver del rey no lo procurava salvo por la mano de doña Guiomar; la qual ya tenia tan grant parte en el que ninguna cossa le denegava de cuanto por ella le era demandado, a cabsa de lo qual era tan servida e tan acatada e tan grandes pressentes le fazian de oro e de piedras e perlas e sedas, que prestamente fue rica e tan enjoyada que era una cossa maravillossa, de que la reyna avia tan grande enojo e tenia tan gran çelo quanto de razon tener devia, segund el poco amor que ya el rey le mostrava, y la sobrada voluntad que en todo pareçie tener a doña Guiomar.
Y estando el rey en Madrid acaesçio que un dia corrieron toros e la reyna, por algund enojo que tenia, no quisso salir a los mirar, e mando a todas sus donzellas que ninguna los mirase, e como doña Guiomar ya toviesse en poco a la reyna, no curo de obedecer su mandado e subiosse en una torre, donde el rey e todos los de su corte la podien ver bien, e desde ally miro los toros. E como la reina esto supiese ovo dello muy grande enojo e pusose en la meytad del escalera, por donde doña Guiomar avie de deçender, e viendola le fixo muy feas palabras, e tomandola por los cabellos le dio muchos golpes con un chapin, en la cabeça y en las espaldas; e doña Guiomar dio grades gritos quel rey los oyo en su camara, donde ya era venido, e vino a muy grand priesa, e llego a la reyna, e travole por el braço, e con grande enojo le dixo: reyna ¿bien os a paresçido esto? De lo qual la reyna fue tan turbada que cayo en tierra, y estovo mas de un ora amorteçida, que no la podian tornar con ninguna cossa de quantas en ella se esperimentaron, tanto que pensaron ser passada desta vida, de lo qual el rey mostro gran sentimiento.
E a la fin como la reyna resçibiesse continuos enojos de la forma quel rey con doña Guiomar tenia, acordo el rey de la mandar aposentar fuera del palacio, e de la poner casa e aparato e dueñas e donzellas y escuderos que la syrviessen; e dende en adelante donde quiera quel rey estava, sienpre se aposentava a dos o tres leguas dende, e muchas vezes el rey dexava a la reyna e yva a estar con ella, e aver sus gasajados, dexando a la reyna por dos o tres dias, lo qual a ella era muy grave de comportar. Y esto duro fasta que la reyna pario, y el rey fingio a cabsa del parto mostrarle grande amor, quiriendo a todos fazer entender ser suya la fija naçida, seyendo a todos notoria su ynpotençia, porque no solamente esta se conosio en su verdadera muger Blanca de Navarra, e despues con esta mas con otras muchas que tomo assy corrutas como virgines, a ninguna de las quales pudo jamas aver ayuntamiento, lo qual por su lengua muchas vezes confesso doña Beatriz de Vergara, la qual el tomo seyendo cassada con un cavallero de Segovia, llamado Luys de la Trinidad (...)
...Y que cada uno saque ahora sus propias conclusiones.
Enrique IV de Castilla (miniatura de un manuscrito del viajero alemán Jörg von Ehingen, circa 1455) |
BIBLIOGRAFÍA.
Mujeres peninsulares entre Portugal y España. María Isabel Barbeito Carneiro. Península. Revista de Estudios Ibéricos. nº 0. 2003.
Crónica anónima de Enrique IV de Castilla 1454-1474 (Crónica castellana). Edición crítica y comentada de María Pilar Sánchez-Parra. Ed de la Torre. Madrid 1991.
Cualquier tiempo pasado: vida y melancolía de Jorge Manrique. Cruz Martínez Esteruelas. Ed. Rialp. Madrid. 1991.