lunes, 26 de noviembre de 2012

Amadeo de Souza-Cardoso

 
 
 
Amadeo de Souza-Cardoso (Manhufe, 1887 Espinho, 1918) fue, para Almada Negreiros y Fernando Pessoa, el pintor más relevante del arte portugués de las primeras décadas del siglo XX y el precursor del arte moderno en Portugal.


Amadeo de Souza-Cardoso. Tristezas, Cabeça (c. 1914)
Óleo sobre cartão. Col. MNAC - Museu do Chiado.
 

En 1906 se instaló en París, donde trabó amistad con muchos de los protagonistas de la renovación plástica del siglo XX, como Anglada Camarasa, Brancusi, Archipenko, Juan Gris, el matrimonio Robert y Sonia Delaunay y en particular con otro Amadeo: Modigliani. La primera exposición de esculturas del genio italiano se celebró en el más amplio estudio parisino de su amigo portugués Souza Cardoso. 


Amadeo Modigliani.

Ensayó casi todas las propuestas que se daban a conocer en la capital francesa a comienzos de esa centuria. Sin embargo, Souza-Cardoso fue prácticamente olvidado tras su temprano fallecimiento a la edad de 30 años, víctima de la -mal denominada- gripe española.
 

Amadeo de Sousa parodiando Los borrachos
de Velázquez en París.



Su trabajo muestra un profundo interés por el Cubismo, el Orfismo o el Futurismo, algo que le llevó a exponer en muestras fundamentales como el Salon des Indépendants o el Armory Show.


Pintura. Óleo sobre tela y collage. c. 1917

Para el profesor de la Universidad de Oporto Antonio Cardoso, Souza-Cardoso representa hoy, junto con Vieira da Silva y, ciertamente, Paula Rego (a quien pronto dedicaremos un artículo), una de las principales referencias de la pintura portuguesa del siglo XX, en su visión internacionalista y en sus nada desdeñables como explícitas raíces nacionales.

LA OBRA DE AMADEO EN MADRID

¿Y por qué traemos este artista a nuestras páginas? Porque con motivo de la Feria ARCO celebrada en 1998, en la cual Portugal fue el país invitado, la Fundación Juan March organizó entre el 16 de enero y el 1 de marzo la primera exposición dedicada a este pintor portugués en España acompañada de un ciclo de tres conferencias.


Amadeo de Souza-Cardoso en 1916.
 
En esta exposición se pudieron contemplar 54 obras -40 pinturas, 10 acuarelas y 4 dibujos- y se mostraba la relación de Cardoso con los artistas de la vanguardia parisina. Dejemos que hablen por si solas una muestra de las obras que allí se expusieron:
 

Pintura (París Café), 1908. Museu do Chiado.








Pintura (Cavaquinho), c.1915. Colección José
Ernesto e Souza-Cardoso. Cedido al Museu
 Municipal Amadeo de Souza-Cardoso.
 
 
Tête Océan, acuarela,c.1915. (C.A.M./F.C.G.)
 
 
Música sorda, c.1915-1916. Colección José Ernesto
de Souza-Cardoso. Cedido al Museu Municipal
Amadeo de Souza-Cardoso.



Sin título (dibujo cubista),
c.1916 (C.A.M./F.C.G.). 



Pintura (Máquina de escribir), c.1917
(C.A.M./F.C.G.)Centro de Arte Moderna
 José de Azeredo Perdigao. Fundaçao
Calouste Gulbenkian (C.A.M./F.C.G.).

Buscando por la red más información sobre nuestro personaje, me he topado de golpe con un artículo sobre Amadeo que escribió la brillante periodista (por entonces en la sección de Cultura de ABC) Clara Isabel de Bustos con ocasión de esta exposición, firmado el 15 de enero de 1998...
 
... y me ha dado un vuelco el corazón. Clara fue una gran y buena amiga de juventud. Por la fecha del artículo se le declaró una durísima enfermedad que se la llevó cinco años más tarde dejando dos hijos pequeños y un montón de amigos desolados.

En el artículo se preguntaba, quizá premonitoriamente, sobre Amadeo: ¿Por qué murió joven? ¿Por qué la vida no le dio tiempo a demostrar qué podría haber sido, que más cosas podría haber hecho?

Ahora le doy a ella la palabra y le rindo así mi pequeño homenaje para que sepamos mucho más sobre el gran pintor portugués Amadeo de Souza-Cardoso.

Desde aquí, un beso y ¡hasta siempre! Clara.
 
 
Fuentes:
Fundación Juan March 
ABC

lunes, 19 de noviembre de 2012

Doña Isabel de Portugal, reina de Castilla



La actriz Clara Sanchís interpretando a Isabel de Portugal.
Foto: rtve
 
Isabel de Avis y Braganza no era hija de rey y por lo tanto tampoco princesa de Portugal como si lo fuera la madre de Felipe II, Isabel de Avis  y Trastámara. Eso no fue obstáculo para que algunos de sus ascendientes y descendientes fueran llamados a reinar contra todo pronóstico sucesorio, como ocurrió con su abuelo paterno Juan I, el de la buena memoria y fundador de la dinastía Avis, su sobrino Manuel I, el afortunado y, ya en Castilla, ella misma y su hija Isabel I, la católica. 


Isabel de Portugal.
Foto: Mujeres de leyenda.



SU FAMILIA   
 
Doña Isabel de Portugal era hija del infante Juan, quinto hermano de los seis integrantes de la denominada por el poeta Camões Ínclita generación, creada por Juan I y Filipa de Lancaster. Su madre era Isabel de Barcelos, nieta de Juan I por rama ilegítima y de Nuno Álvares Pereira, Condestable de Portugal.

El hecho de ser hija de infante, con pocas posibilidades de gobernar, es el motivo por el cual hay pocas noticias sobre ella (ni siquiera se sabe la fecha y lugar de su nacimiento) hasta el momento de su matrimonio con Juan II de Castilla el 22 de julio de 1447 en Madrigal de las Altas Torres (Ávila).

 
Juan II de Castilla.
Foto: Foro dinastías.

Su personaje está rodeado de luces y sombras, silencios y muchas muertes, unas naturales y otras... no tanto. A ella se le achaca ser la transmisora de una patología entonces conocida como melancolía. Su tío D. Duarte I, que sufrió una gran depresión hasta su muerte, sería el antecedente más conocido, saltando la enfermedad de dos en dos generaciones hasta Juana I de Castilla, conocida como la loca.
 
En 1442 muere prematuramente con cuarenta y dos años el padre de Isabel, por entonces Condestable del reino y hombre de confianza del entonces regente, su hermano D. Pedro (nombramiento que le dio la ciudad de Lisboa hasta la mayoría de edad del heredero de D. Duarte I y futuro rey Alfonso V el africano, al que ya conocimos en los famosos tapices de Pastrana).



D. Alfonso V de Portugal en el Cerco de Arcila.

En el sepulcro de su padre, el infante Juan, figura la enigmática divisa francesa "J' ai bi raison" (Yo tengo razón) que se interpreta como una declaración de su seguridad moral, tenacidad y valentía, cualidades que su mujer y su hija Isabel sabrán transmitir a su descendencia.
 
Desde este momento el tío de Isabel y regente D. Pedro comenzará a pensar para ella un destino brillante al que se une la importante herencia que recibe de su hermano mayor Diego, muerto también prematuramente en 1443.



Isabel de Portugal. Foto: Wikipedia.
 
SU MATRIMONIO, ÁLVARO DE LUNA, PACHECO, SU PRIMA JUANA...
 
Mientras tanto en 1445 muere María de Aragón, primera esposa de Juan II de Castilla. Su valido Álvaro de Luna, gran amigo del regente D. Pedro de Portugal, pide ayuda militar a este ante al ataque que los infantes de Aragón, aliados con la oligarquía de la nobleza castellana, le declaran para acabar con su poder.  
 
La gran deuda que Castilla contrae con Portugal tras el éxito obtenido con la ayuda de D. Pedro en la Batalla de Olmedo se saldará, a propuesta del valido, convirtiéndola en dote, mediante el matrimonio entre Juan II e Isabel de Portugal.
 
La propuesta de Álvaro de Luna era ventajosa para ambas partes. Isabel se convertiría en reina de Castilla a pesar de ser hija de infante, no de rey, pero nieta del poderoso duque de Braganza y Castilla se aseguraba un fuerte aliado frente a futuros ataques de la coalición enemiga.

Pero al llegar a Castilla, Isabel se encontrará con un reino asediado por el egoísmo de la nobleza, la ambición de los infantes aragoneses, un marido débil e indolente, un príncipe heredero con fama de impotente y un oscuro personaje que trataba de controlar todo, hasta las relaciones entre la pareja real: el valido del rey.


El condestable Álvaro de Luna. Fragmento
 del retablo de Sancho de Zamora en la
 capilla de Santiago de la catedral
 de Toledo. 1488.
Foto: Wikipedia

Al igual que había sucedido con la primera esposa de Juan II, Isabel desarrolló desde su llegada a la corte castellana una invencible enemistad por el condestable. La reina, sin embargo, consiguió romper el cerco que Álvaro de Luna mantenía en torno al rey y adquirió sobre éste una gran influencia. Lograría vengarse mucho más tarde conspirando contra él, ser juzgado y acabar en el patíbulo en 1453.

Otra sorpresa aguardaba a Isabel. Si Álvaro de Luna había planeado su boda con el verdadero propósito de conseguir un descendiente más apto para el trono que el príncipe heredero Enrique, una intención parecida tuvo la mano derecha del príncipe y aspirante a valido, Juan Pacheco, marqués de Villena. Para conseguir una descendencia directa del príncipe de Asturias urdió, ante el asombro de la reina, un segundo matrimonio -tras el fracaso del primero- con Juana de Avis, hermana de Alfonso V de Portugal y prima directa de Isabel.

Juana de Avis y Aragón.
Foto: Mujeres de leyenda.

La lucha por el poder estaba servida. Este es el germen del periodo más turbulento de Castilla, de facciones enfrentadas por el poder entre distintos herederos, hermanastros y sus validos que se saldará con un final inesperado y con el derramamiento de mucha sangre.
 
Isabel de Portugal tuvo dos hijos: la princesa Isabel, nacida en Madrigal de las Altas Torres en 1451 y el infante Alfonso, nacido en Tordesillas (Valladolid) el 15 de noviembre de 1453 y muerto por envenenamiento el 5 de julio de 1468 en Cardeñosa (Ávila).


Sepulcro del infante Alfonso de Castilla.
Gil de Siloé. Cartuja de Miraflores.
Foto: Artehistoria. 

SU VINCULACIÓN CON MADRID

Aunque durante sus primeros años de matrimonio Isabel de Portugal acompañó al rey en la tradicional itinerancia de la Corte castellana, pronto se estableció de una manera casi permanente entre Madrigal de las Altas Torres y Arévalo donde crió a sus dos hijos.

Después de la muerte de Juan II en 1454, Isabel se retiró definitivamente al castillo de Arévalo, donde pasó el resto de su vida como reina viuda. Durante muchos años sufrió, según las crónicas, un grave deterioro mental, que degeneró en demencia. Murió en agosto de 1496 ya anciana y fue enterrada en Arévalo.

La ausencia de datos históricos que confirmen la presencia de la reina en Madrid no descartan la hipótesis, por otro lado lógica, de la vinculación de Isabel con nuestra villa durante un primer periodo de su matrimonio acompañando a su marido.

En Madrid se celebraron varias Cortes y su viejo Alcázar de origen musulmán siempre fue refugio seguro y descanso de los Trastámaras. También es conocida la afición de Juan II por la caza y los montes del Pardo con su pabellón de armas -origen del palacio del Pardo- fueron escenarios habituales de la presencia de Juan II de Castilla en Madrid, como nos lo demuestra nuestro buen amigo Jesús, autor del imprescindible blog Pasión por Madrid.

SU BELLEZA
 
La belleza de Isabel de Portugal despertó la admiración de la corte, incluida la del propio rey de quien se dice que tenía una pasional atracción por su valido desde la adolescencia.
 
Isabel poseía los bellos rasgos de su abuela paterna Filipa de Lancaster, con ojos azules, cabello rubio rojizo y piel muy blanca, que heredó también su hija Isabel I la católica.

Las actrices Clara Sanchís y Michelle Jenner interpretando
a Isabel de Portugal e Isabel de Castilla. Foto: rtve
 
Para ella compuso el Marqués de Santillana los siguientes versos donde la compara con una obra divina:
Dios os hizo sin enmienda / de gentil persona y cara, / y sumando sin contienda, / cual Giotto no os pintara.
 
Queríamos, finalmente, aproximarnos a una imagen algo más contemporánea de ella y para eso nos hemos fijado en el bellísimo sepulcro gótico isabelino de la Cartuja de Miraflores (Burgos), labrado en alabastro por Gil de Siloé en 1489. Sus restos mortales fueron trasladados allí por expreso deseo de su hija la reina Isabel I, para ser inhumados junto a los de Juan II en 1504, poco tiempo antes de morir la reina católica.


 
 
Fotos: Algargos, arte e historia.
 
También está representada en las figuras orantes del Retablo mayor de la Cartuja de Miraflores, obra tallada en madera policromada del mismo autor.


Foto: Artehistoria

En todas sus representaciones, incluida la más reciente de ellas en televisión, se repiten esas  facciones estilizadas, algo frías, alejadas del ideal de belleza más carnal de nuestra península pero enraizadas con el arquetipo de belleza medieval de la Beatriz de Dante.

...Y SU LEGADO

Si al inicio de esta historia señalábamos el dato del lema de su padre: J' ai bi raison como una de las cualidades transmitidas a la familia, es de justicia concluir que el mayor legado que Isabel de Portugal legó a la historia fue su hija Isabel.

No nos moveríamos en el terreno de la hipótesis, como corroboran muchos biógrafos de Isabel I, si afirmamos que los relatos que la infanta escuchó de su madre y de su abuela durante su infancia y adolescencia tuvieron gran influencia en ella. Relatos sobre unos infantes portugueses cultos, conquistadores, navegantes y religiosos: la Ínclita generación.

En su mentalidad se forjó una idea diferente de la que había en Castilla sobre la conquista de los territorios en manos "infieles". Una concepción mezclada con la aventura de la expansión ultramarina, con la importancia del tráfico comercial y la fascinación por los descubrimientos y el oro que más tarde le haría dejarse llevar por los "cantos de sirena" de un marinero genovés ¡venido de Portugal!.


Retrato de Isabel I. Juan de Flandes.
Hacia 1485. Museo del Prado



BIBLIOGRAFÍA

Infantas de Portugal, Rainhas em Espanha. Marsilio Cassotti. Ed. A esfera dos livros. 6ª ed. 2012.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Los tapices de Pastrana

 
 



 
UN REPORTAJE A TODO COLOR


Los tapices de Pastrana son una espectacular serie de seis tapices flamencos del siglo XV, cuatro de los cuales miden cada uno 11 metros de largo por 4 de alto. Componen un reportaje a todo color sobre la conquista de las plazas del norte de África por Alfonso V de Portugal, que por estas hazañas recibió el sobrenombre de el africano.


Reflejan varias etapas de la toma de las ciudades de Arcila y Tánger por el monarca portugués junto a su hijo Don Juan, el príncipe perfecto, los nobles portugueses de la época y sus contrarios, los defensores de esas plazas. Estas son: Desembarco en Arcila (20 de agosto), Cerco de Arcila (24 de agosto), Toma de Arcila (24 de agosto) y Entrada en Tánger (28 de agosto).
 
 
 

 

INTERÉS HISTÓRICO

Los tapices fueron tejidos en seda y lana, casi con toda probabilidad, en los telares flamencos del prestigioso taller de Passchier Grenier en Tournai por encargo del mismo Alfonso V. Además, los cuatro paños son de gran interés histórico como documento de su época. En su parte superior muestran unas largas leyendas que explican las escenas, menos el cuarto tapiz, que ha perdido dicha parte. Se tejieron pocos años después de los hechos representados.

Se sabe muy poco de la procedencia de estos paños. Aunque no existen documentos que lo demuestren, las similitudes con otros tapices procedentes de este afamado taller flamenco apuntan en esa dirección.

Tampoco está clara la autoría de los cartones aunque se han atribuido al pintor de corte Nuno Gonçalves, autor de las seis fascinantes tablas góticas conocidas como Paneles de San Vicente, por la similitud que hay entre sus retratos y los que aparecen en los tapices.


Paneles de San Vicente. Nuno Gonçalves.
Museu de Arte Antiga. Lisboa

Fragmento de retratos en los paneles de San Vicente.


Que los tapices narrasen hechos históricos contemporáneos era algo muy insólito en esa época frente a la temática al uso limitada a escenas bíblicas y mitológicas, lo que convierte en excepcional esta serie. No sólo facilitan información sobre los personajes que aparecen representados, sino que también proporcionan datos de interés relativos a los uniformes y las armas de los portugueses y su flota retratados con extrema fidelidad. Nos muestran escenas bélicas donde aparecen soldados, armas, estandartes, combates, embarcaciones, ciudades y escudos y donde se reconocen claramente al rey Alfonso V y a su hijo el príncipe Don Juan.
 
 
 
 
 

Es incierta la forma en la que los paños llegaron a la Colegiata de Pastrana y existen varias hipótesis al respecto. Algunos piensan que formaron parte del botín español obtenido en la batalla de Toro del 1 de marzo de 1476, que enfrentó a los Reyes Católicos con Alfonso V -casado entonces con Juana la beltraneja- en la lucha por el trono español, o que se trata de un obsequio personal del monarca portugués al cardenal Mendoza como gesto de gratitud por su postura con los prisioneros lusos. Otros creen que el monarca portugués no los llegó a recibir nunca y que pasaron directamente al patrimonio de Felipe el Hermoso, duque de Borgoña, que los traería a España al aceptar la corona española en nombre de su esposa. A su muerte en 1506 serían vendidos en pública almoneda, quedándose con ellos el duque del Infantado.






 

El único dato que se conoce a ciencia cierta es la fecha en que fueron donados por el duque del Infantado a la Colegiata de Pastrana, iglesia elevada a esa categoría por el patrocinio de D. Rui Gomes da Silva, príncipe de Éboli y I duque de Pastrana. Está documentado que en 1628 se encuentran ya en el palacio de los duques del Infantado en Guadalajara y que en 1664 la familia Mendoza los cede a la Colegiata de Pastrana. Ahora, un equipo de investigación trata de establecer qué itinerario previo siguieron hasta figurar en la testamentaría del duque en 1630.
  



 
 
 
 
 
Por su extraordinaria calidad y estilo, los expertos afirman que fueron realizados, entre 1475 y 1480, bajo la dirección de Passchier Grenier, el más prestigioso marchante de arte de Tournai en la época: un solo tapiz de estas características costaba el precio de tres carabelas. Vencedores y vencidos quedan reflejados en actitudes ajenas al triunfalismo o a la humillación, sin exasperaciones ni merma de la dignidad.

 
 


Para los portugueses tienen el valor que aquí atribuimos al cuadro de Las Lanzas de Velázquez. Para la historia del arte son piezas únicas.
 




Olvidadas del mundo en la Colegiata de la Villa Ducal de Pastrana, a principios del siglo XX los historiadores de arte portugueses José de Figueiredo y Reynaldo dos Santos las volvieron a “encontrar” en Pastrana. El dictador Oliveira Salazar adquirió para el Estado portugués las copias que en tiempos de Manuel Azaña se habían encargado a la Fábrica Nacional de Tapices. Las reproducciones están hoy en el Palacio de los Duques de Bragança de Guimarães.









RESTAURACIÓN PREMIADA

Por iniciativa de la Fundación Carlos de Amberes , los tapices, pasto de las polillas, fueron restaurados por la Real Manufactura De Wit de Malinas en 2009. Durante 2010 fueron expuestos en el Museo de Arte e Historia de Bruselas, en el Palacio del Infantado de Guadalajara, en el Museu de Arte Antiga de Lisboa y en el Museo de Santa Cruz de Toledo. Se presentaron en las salas de la Fundación Carlos de Amberes de Madrid en 2011-motivo por el cual los traemos a estas páginas- para después viajar a Estados Unidos y mostrarse en la National Gallery de Washington, el Meadows Museum de Dallas, San Diego e Indianápolis.

 
 


El proceso de restauración de estas obras –conservación curativa, lo llaman los expertos– contó con el patrocinio del Fondo In Bev-Baillet Latour (que protege el patrimonio belga) y de la Fundación Caja Madrid, que aportaron 50.000 euros cada una para la empresa, que tuvo un coste total de 150.000 euros.


El premio Europa Nostra por este proyecto fue entregado a la Fundación Carlos de Amberes en el Concertgebouw de Ámsterdam, el 10 de Junio de 2011.


Los tapices en el Museu de Arte Antiga. Lisboa.
Foto: Europa Nostra


Queremos finalmente llamar la atención sobre el larguísimo periplo americano que, tras la restauración, han impuesto a tan delicados tapices que hasta 2013 no volverán a España y a la necesidad de acondicionarles, a partir de ahora, un lugar expositiva y técnicamente adecuado para ellos en Pastrana que albergue, esperemos que definitivamente, esta joya del arte gótico.


Fuentes

hoyesarte.com
Fundación Carlos de Amberes
Europa Nostra