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San Antonio por José de Ribera. Museo de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid |
A mi abuelo Antonio García Herranz
Hoy, 13 de junio, celebramos el día de San Antonio de Lisboa y Padua. No es que queramos cambiar de advocación al santo, sino que en justicia, se le debería llamar así. En realidad se llamaba Fernando Martim de Bulhões e Taveira Azevedo. Adoptó el nombre de Antonio -que según la tradición greco-latina significa el inestimable, el que no tiene precio- al dejar la orden de los Agustinos y unirse a la de los Franciscanos.
Nació en Lisboa en el seno de una familia rica en 1190 y murió cerca de Padua en 1231. Lo que ocurrió durante ese intervalo de 41 años lo cuentan mucho mejor que nosotros las hagiografías existentes sobre este seguidor de Francisco de Asís, doctor de la Iglesia y santo.
SAN ANTONIO Y MADRID
Los lectores -si es que aún queda alguno- se estarán preguntando a estas alturas qué relación directa tuvo este personaje con Madrid. En principio poco o nada ya que sus viajes desde Portugal los realizó siempre por mar y por lo tanto, nunca cruzó la península Ibérica. Sólo nos quedaría la opción, mas bien la ilusión, de que pasó por Madrid vía aérea.
No, no estoy loco. Entre los conocidos milagros de San Antonio destaca el de la bilocación que le situó el mismo día en Padua y en Lisboa para salvar a su padre de una sentencia injusta. Si trazamos sobre un mapa una línea recta entre Padua y Lisboa -trayecto más corto entre ambas ciudades que no sabemos como recorrería el santo- veremos que Madrid queda alineado en ese trayecto y exactamente a 3/4 de la distancia.
Pero sin tener que rizar el rizo tanto, Madrid profesa una gran devoción por el santo y atesora recuerdos antonianos más tangibles que el puramente especulativo antes descrito. En Madrid podemos encontrar un magnífico retrato de José de Ribera como el que encabeza el artículo (pésimamente iluminado, por cierto) en el Museo de Bellas Artes de San Fernando, escultura y arquitectura de primer orden que iremos viendo en varios capítulos y hasta una verbena popular dedicada a este Santo.
ERMITA DE SAN ANTONIO DE LA FLORIDA
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San Antonio de la Florida en 1890. |
En otros tiempos la orilla izquierda del río Manzanares, a las afueras de la Puerta de San Vicente, era una agradable campiña muy concurrida por los madrileños los días de fiesta. Aquí erigió Churriguera en 1732 una ermita con una imagen de San Antonio de Lisboa y Padua, que pronto alcanzó gran devoción popular. Al igual que ocurre en Lisboa, su célebre romería del 13 de junio, donde acudían y aún acuden las jóvenes casaderas a pedirle un buen novio al santo, es una de las tradiciones más arraigadas y populares de Madrid.
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El baile de San Antonio de la Florida.
Francisco de Goya. Museo del Prado. |
A lo largo del siglo XVIII, las reformas urbanas de la zona obligaron a derribar la ermita de San Antonio en dos ocasiones. Así, la iglesia primitiva de Churriguera, fue sustituida por otra de Sabatini y ésta, a su vez, por una tercera que ya sería la definitiva.
Mandada construir por Carlos IV y diseñada por el arquitecto italiano Felipe Fontana entre 1792 y 1798 es una construcción neoclásica de gran sencillez, formada por una planta de cruz griega con un altar al fondo y dos estancias laterales adosadas que servían de portería y sacristía. La iglesia está construida en granito y ladrillo, eliminando elementos decorativos superfluos, coronada con una cúpula sobre pechinas con linterna. En 1798 Jovellanos eligió a su amigo Goya para que realizase la decoración del interior.
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Frescos de Goya en el interior de la ermita. |
La ermita se dedicó al culto hasta el siglo XX, momento en el que se decidió construir una réplica para evitar la desaparición definitiva de los frescos debido al humo de las velas y la humedad del entorno, cercano al río Manzanares. Juan Moya fue el arquitecto que realizó el nuevo edificio dedicado al culto en 1928, siendo la iglesia original destinada a museo y panteón de Goya ya que el pintor está enterrado allí desde 1920.
La ermita sería consagrada a San Antonio de Lisboa y Padua, pasando a denominarse San Antonio de la Florida, considerándose uno de los lugares de romería más importantes desde el siglo XIX, especialmente por parte de las modistillas. Entre agosto y diciembre de 1798, Goya acudiría a diario para trabajar en las pinturas al fresco de la cúpula, el altar, la zona superior de los muros laterales y las pechinas. Recibió la colaboración de su ayudante Asensio Juliá. El 20 de diciembre concluyó los trabajos, inaugurándose la capilla palatina el 12 de julio de 1799.
El tema elegido para la cúpula central que preside el templo es el milagro de la bilocación de San Antonio, al que antes aludíamos y que ha dado tanto juego:
Estando el santo en Padua, recibió la noticia de que su padre había sido acusado de asesinato en Lisboa. Convencido de su inocencia, pidió permiso para ayudar a su padre y un ángel le trasladó milagrosamente a la capital portuguesa en el mismo día. Intentó inútilmente convencer a los jueces de su error, por lo que solicitó al gobernador que el fallecido fuese desenterrado para ser interrogado. La noticia corrió como la pólvora por la ciudad, concentrándose en el cementerio un buen número de paisanos para contemplar el evento. San Antonio, en nombre de Jesucristo, pidió al asesinado que declarase en voz alta y clara si su padre había participado en su muerte, incorporándose el cadáver y proclamando la inocencia del acusado...
Este es el momento que Goya ha elegido, situando el milagro en Madrid, al que asisten majas, chisperos, embozados y chulapas. San Antonio es la figura vestida con el hábito franciscano situado sobre una roca y el resucitado aparece siendo sujetado por uno de los enterradores. Tras él se contempla a un hombre y a una mujer que se interpretan como los padres lisboetas del santo.
El final del relato de este milagro dice:
...La novedad del milagro y la solemne declaración de semejante testimonio fueron suficientes para libertar al padre del santo. Pasó aquel día con su familia, se despidió de ellos al caer la noche y al día siguiente se encontraba nuevamente en su convento de Padua.
Para componer al fresco esta cúpula, Goya sería sin duda conocedor de los magníficos frescos pintados en 1660 por Carreño de Miranda y Francisco Ricci dedicados también al santo sobre la impresionante cúpula barroca de la Iglesia de San Antonio de los portugueses -después de los alemanes- que veremos en el próximo capítulo.
Artículos relacionados:
San Antonio de Lisboa y Padua II
San Antonio de Lisboa y Padua III
FUENTES:
Urbanity.es
Madrid.es
Museo del Prado
Conturmadrid
Fundación COAM
BIBLIOGRAFÍA:
Santo António. O homem por trás da lenda. António Eça de Queiroz. Guerra e Paz, Ed. Lisboa. 2010.