HUELLAS DE PORTUGAL EN MADRID. HECHOS Y PERSONAJES PORTUGUESES EN EL ARTE Y LA HISTORIA DE MADRID.
miércoles, 31 de julio de 2013
Falsos amigos (y III)
Continuando con las cadenas léxicas de falsos amigos dentro de campos afines nos podemos encontrar con las siguientes dificultades entre los accesorios, alimentación, utensilios, usos sociales, etc :
- Mala significa maleta y también bolso, mientras que bolsa se dice saco, maletín y carpeta se dicen pasta y la pasta de comer se dice massa.
- Bolo significa tarta y también bollo, mientras que los bolinhos son nuestros pasteles, la tarte es una quiche y la torta es un brazo de gitano o rollo dulce.
- Si te vas a lavar los dientes con el cepillo, tienes que usar una escova de dentes y si lo que necesitas es una escoba para barrer el suelo, usarás una vassoura.
- Cuando saques una entrada o ticket, sacarás un bilhete que también significa nota y si pagas con un billete de banco, lo harás con una nota.
- Ya dentro del teatro, el escenario se llama palco y si estas en un palco, estarás en un camarote. Cadeira es asiento y también asignatura, mientras que la cadera es anca.
- Si vas a secar los platos, los vas a limpar y si los vas a limpiar, los vas a lavar. Tener grasa es tener gordura, mientras que tener gracia es tener graça y hacer la pelota a alguien es dar graxa.
- Una cosa muy ancha es muy larga, mientras que si es muy larga, es muy comprida.
En resumen, las medidas son: Largo x ancho x alto = Comprimento x largura x altura.
- Presunto es jamón serrano, mientras que el jamón cocido o de York es fiambre y un presunto es un suspeito. Pescoço es cuello y coelho es conejo. El perejil es salsa y salsa es molho.
- Si tienes que ir a un entierro, irás a un funeral y cuando se celebre el funeral, se celebrará la missa de difuntos.
- Si quieres coger algo puedes decir tirar o apanhar, pero sacar también se dice tirar y tirar se dice atirar.
Esperamos no haber desanimado demasiado a nadie y que el aprendizaje de la hermosa lengua de Camões sea todo un sucesso, es decir todo un éxito, no una tragedia.
ARTÍCULOS RELACIONADOS
Falsos amigos (I)
Falsos amigos (II)
BIBLIOGRAFÍA
Falsos amigos: dificultades de interpretación entre el español y el portugués. Mª del Carmen Caballero Rubio y Filipa de Paula-Soares.
martes, 23 de julio de 2013
El General Sousa tomó Madrid durante 40 días.
El general António Luís de Sousa, marquês das Minas |
Parece increíble pero es cierto.
El 28 de junio de 1706, un ejército aliado de 14.700 portugueses y 4.200 anglo-holandeses, bajo el mando del marqués das Minas, general D. Antonio Luis de Sousa, entró en Madrid después de recorrer cerca de 500 Km durante tres meses de operaciones en territorio español.
En esta campaña militar se hicieron más de 8.000 prisioneros y se capturaron más de 100 piezas de artillería en los combates que tuvieron lugar contra las fuerzas franco-españolas, comandadas por el duque de Berwick.
La campaña del marqués das Minas hizo proclamar rey de España al archiduque Carlos de Austria, cohabitando temporalmente con Felipe V de Borbón, heredero de Carlos II. Es un episodio, tan silenciado en España como celebrado en Europa, que sirvió para respetar la recién conquistada independencia de Portugal y la situó entre las potencias mundiales del setecientos.
James Stanhope, embajador británico en Madrid lo contó así en 1706, en plena Guerra de Sucesión (1701-1714):
Madrid yacía inerme ante el ejercito aliado que, sin encontrar oposición alguna, había cruzado las altas montañas que bordean la ciudad por el Norte y dividen las dos Castillas. Sus tropas ligeras se hallaban ya en las cercanías de la capital. Y el 25 de junio la avanzadilla del ejército de caballería, a las órdenes del marqués de Villaverde, tomó posesión de ella. Dos días más tarde, lord Galway y Antonio Luis de Sousa, marqués das Minas, hicieron su entrada triunfal pero fueron acogidos con frialdad y malas cara por sus habitantes. Era un momento de gloria, especialmente para los portugueses, ellos que tan sólo setenta años antes habían sido súbditos y vasallos de España, ahora no sólo afirmaban su independencia sino que entraban como conquistadores en la propia capital de su arrogante tirano...
En efecto, Antonio Luis de Sousa (1644-1731), segundo marqués das Minas, general portugués y gran estratega militar, entró victoriosamente en Madrid el 28 de junio de 1706 capitaneando las tropas portuguesas aliadas con Austria, Inglaterra y Países Bajos en la guerra de Sucesión española, rodeado de gran hostilidad. Los hechos ocurrieron así:
El 24 de junio llegó cerca de Madrid, a la casa de campo de Nuestra Señora del Retamar, y allí esperó noticias de la capital para saber la actitud que tomaría ante el dominio de su ejército. No tardó mucho en recibir información de la salida desesperada de Madrid de Felipe V tres días antes.
La capital mandó sus autoridades al general portugués para pedirle que nombrase al corregidor que debía gobernar la ciudad y otras de provincias cercanas, como Segovia, Toledo, Talavera, Ávila e implorando su protección. El día 28 el ejército del general hizo su entrada triunfal en Madrid y el marqués das Minas vengaba, de paso, la afrenta que sufriera Portugal con la entrada del duque de Alba en Lisboa 126 años atrás.
Se instaló durante 40 días en el vacante real Alcázar. Deseaba proclamar allí rey al archiduque Carlos de Austria por cuya pretensión al trono combatían los aliados. Ordenó que se efectuara con solemnidad la proclamación de Carlos III el 2 de julio enviando, al mismo tiempo, recados al archiduque para que se apresurase en su llegada a la capital.
El archiduque tardó mucho en poner en marcha su viaje de Barcelona a Madrid, demorándose en Zaragoza y paralizando todos los movimientos del marqués con avisos de que no tardaría en unírsele. Con todos esos retrasos, la ansiada cita ya solo podría efectuarse cuando toda España se encontrase en guerra.
Retrato del archiduque Carlos, por Sir Godfrey Kneller. 1705. |
El encuentro con el pretendiente se produjo finalmente -en la conocida como Primera entrada en Madrid del archiduque Carlos- pero la estancia en la capital fue muy corta debido a la falta de apoyos de la nobleza y a la hostilidad con la que se encontró el nuevo monarca. El 2 de julio el Archiduque fue proclamado rey y a finales del mismo mes abandonaba la capital en dirección a Valencia.
Por el lado franco-español, el duque de Berwick cortaba las comunicaciones del ejército aliado con Aragón, estando ya cortadas con Portugal, de modo que el marqués das Minas, para no ser capturado por las tropas regulares y los insurgentes, se vio obligado a retirarse de Madrid el día 2 de agosto hacia la frontera del reino de Valencia donde finalmente fue vencido en Almansa.
El 3 de agosto de 1706 entraban de nuevo en Madrid las tropas borbónicas y con ellas Felipe V, que había abandonado Madrid junto con su corte el 21 de junio ante la inminente llegada del ejército aliado de Minas y Galway
Los estandartes y el retrato del archiduque Carlos de Austria fueron quemados en olor de multitud en la Puerta del Sol y varios cientos de portugueses que se habían atrincherado en el real Alcázar se vieron obligados a rendirse al cabo de dos días por falta de provisiones.
Fuente: Minoría Simple |
BIBLIOGRAFÍA
Conquista de Madrid, 1706. Portugal faz aclamar Rei de Espanha o Arquiduque Carlos de Habsburgo.
João Vieira Borges. Ed. Tribuna. Lisboa, 2003.
Recuerdos portugueses en Madrid. José María Sanz García. Instituto de Estudios Madrileños. 1992
lunes, 15 de julio de 2013
Madrileños en Lisboa (I)
Ya llegó el calor a Madrid y, querámoslo o no, aquí no hay playa. Cada vez son más los que deciden ir a Lisboa también por estas fechas porque allí, además de una temperatura suave, hay playas en los alrededores para todos los gustos.
Una lectora nuestra, gran viajera y conocedora del alma lusa en profundidad, nos remite una carta que escribió a sus sobrinos cuando iban a viajar a Lisboa. Era una especie de libro de instrucciones para adolescentes muy útil para estas fechas y perfectamente aplicable a cualquier edad, para cualquier madrileño que quiera acercarse a conocer Lisboa.
Es una carta de amor a Lisboa. En ella se dicen grandes verdades. A veces duras, pero reales. No habla de tópicos sino de llegar a conocer el alma de la cuidad. La transcribo con todos sus puntos y comas. Con un par de correcciones que sólo ella conoce y sabrá aceptar:
Para que el viaje sea inolvidable enamórate de Lisboa: de su gente y de su luz, de sus colores y de su aire, de sus calles y plazas, de sus fuentes, de sus miradores, de sus "escadinhas", de sus parques y jardines... Te va a ser muy fácil, Lisboa se hace querer.
Si no lo haces así, cuando regreses de tu viaje, sólo traerás un montón de tópicos en la boca: que si son tristes, que si hablan raro, que si está desconchada, que si no era tan barato como esperabais... Y sin haber apreciado lo que tienen de admirar, lo que nos acerca y lo que nos separa. No te habrás asomado al alma portuguesa.
Viaja en sus tranvías, toma los elevadores, y desde sus miradores recorre todos sus barrios con la mirada; toma barcos y trenes, el metro te sorprenderá con sus estaciones impresionantes y originales, el teleférico en el barrio de la Expo, cruza los puentes y atraviesa sus arcos; contempla las estatuas ilustres o populares.
Asómate al río Tajo, "O Tejo", y déjate acariciar por su brisa... hasta te puede sorprender un chaparrón de verano... al rato saldrá el sol, ese sol que dora Lisboa al atardecer.
No vayas como un turista avasallador y ruidoso, no te creas con derecho a todo porque para eso pagas; no pienses que tienen la obligación de entenderte, su idioma es el portugués - en París o en Londres no lo pretenderías -. Pide las cosas por favor, con una sonrisa, y da las gracias, "muito obrigado ", saluda con "bom día" o "boa tarde" y te atenderán amablemente. Será extraño que te encuentres con un portugués descortés, si ocurre, piensa que puede ser que estés pagando por otros que hayan ido de arrogantes...
¿Me dices que si es que no tienen defectos ? !!!. Sí, los tendrán, pero los ojos enamorados no los ven como tales, y en ningún caso los publican.
Ah, recuerda que están orgullosos de ser portugueses (en esto nos pueden dar lecciones). Ya lo dijo Luis Figo: "Eu sou português". Es un pueblo sencillo, dicen que pequeño, pacífico: los portugueses sólo hicieron una guerra civil y la revolución más tierna de la historia en la que los militares subidos en los tanques metieron claveles en los fusiles para no poder disparar.
Volvamos a Lisboa:
Te encantará la luz de la mañana y la de la tarde brillando en sus fachadas de azulejos de tantos colores, ver ponerse el sol buscando el mar. Brillante el Tajo te alucinará cruzarlo en coche por el Puente 25 de Abril o por debajo de su calzada en tren o a bordo de un "cacilheiro" rodeado de portugueses que vuelven del trabajo o de compras y con algunos turistas como tú. ¡¡No hay río peninsular que haya visto esto ni en sueños!!.
Puedes bordear la orilla del Tajo siguiendo la vía de los "caminhos de ferro" hasta el mar de Cascais que ya es ni más ni menos que el Océano Atlántico o tierra adentro hasta Sintra ¡una maravilla!.
Comprendo que ya te estés mareando ante tanta belleza... y casi no hemos visto nada de Lisboa.
Vamos a descansar sentados en un café en Rossio, por ejemplo, o en un restaurante si es hora de comer o de "jantar", preferiblemente donde comen los portugueses, que saben comer bien y económico... Deja hueco para los pasteles... Hablando de pasteles: Vamos al barrio de Belém.
Te deslumbrará la Torre de Belém, varada en el río, como si fuera un castillo de cuento moldeado en la arena por una "criança", por ti mismo cuando eras pequeño. Pasea hasta el Monumento a los Descubridores y admira sus figuras históricas tan humanas y contempla el 25 de Abril desde la Esfera Armilar, acércate a la Rosa de los Vientos buscando tus propios pies, a ver si pones uno en Lisboa y otro en Madrid ¡qué cerquita estamos !...
Házte una foto, házte muchísimas fotos: son demasiados lugares hermosos para dejarlos sólo en tu memoria.
Siéntate un poco y piensa: ¿¡ Cómo no van a tener "saudade" si su historia ha sido salir por el Mundo a descubrir tierras desconocidas o salir por el Mundo para ganarse la vida!?. Es un pueblo de emigrantes. Es un pueblo trabajador.
Seguimos en Belém: ¡Quítate el sombrero ante la fachada del Mosteiro dos Jerónimos!... y no te digo nada cuando entres en su iglesia ¡Preciosa!. Descansa en el jardín comiéndote un pastel.
Después toma el tranvía 15 hasta la Praça do Comércio, recórrela, entra en la Rua Augusta por el gran Arco, cuando tengas a la vista el Castelo de São Jorge contémplalo, desde su muralla alguien te estará viendo a ti.
Estás en Figueira o en Rossio ¡qué plazas!. ¿Te has fijado en el suelo Es la calçada à portuguesa. ¡¿y si la pisamos no se estropea ?!.
Sigue descubriendo esta ciudad en la que Miguel de Cervantes tuvo amores con una misteriosa y hermosa lisboeta. ¡Qué amantes de Don Quijote de La Mancha son estos portugueses!.
Y según vayas conociendo esta tierra, querrás saber más de su idioma, de su cultura, de sus canciones, de su modo de ser y vivir, ... y de por qué nos tienen tanto recelo a los españoles, y algún día, cuando hayas regresado muchas veces, lamentarás que la historia nos haya separado de tal manera que vivamos de espaldas.
Cuando vuelvas a casa, viendo las fotos, piensa en el lugar de Lisboa que más emoción te produce y proponte volver allí algún día con la persona amada. Esto es saudade.
Si el viaje te ha calado, cuando hables con los amigos no lo harás como esos turistas que presumen de conocer Lisboa - y Portugal entero - después de pasarse un fin de semana metidos en un autobús lleno de españoles con un guía que les explica en español lo que ven a través del cristal.
Y para preparar el próximo viaje a Lisboa, a Porto, a Évora, a Viana de Castelo, a Aveiro, a Guimarães, a Coimbra, a Setúbal, a Espinho, a Nazaré, a Amarante... a Madeira o a las Açores, lee a autores portugueses.
Decía José Saramago en "Viaje a Portugal" que el viajero volvía a los lugares para ver de noche lo que vio de día, con sol lo que vio lloviendo, en verano lo que vio en invierno... No quieras verlo todo : deja pendiente sitios imprescindibles para tener que volver.
Felipe Mellizo, que era una buena persona, periodista español, amante de Portugal, decía que LISBOA es el lugar donde van los españoles que han sido buenos en esta vida.
martes, 9 de julio de 2013
María Teresa de Braganza
Infanta María Teresa de Borbón y Braganza. Princesa de Beira |
En este personaje, de largo recorrido, convergen un sinfín de circunstancias que le hacen especialmente complejo y totalmente diferente al que representan sus dos hermanas menores, de trayectorias vitales más lineales y transparentes:
- Fue infanta portuguesa y durante una parte de su vida, como primogénita, fue también princesa heredera de Portugal (de 1793 a 1795) y por ello recibió el título de Princesa de Beira. Por este motivo, desde su nacimiento estuvo destinada a casarse con el heredero del trono Español y tío, futuro Fernando VII.
- Sin embargo, durante el exilio brasileño fue cortejada por su primo D. Pedro Carlos, hijo del infante Gabriel de Borbón y de la infanta Mariana Victoria de Braganza, con quien se casó el 13 de mayo de 1810 en Río de Janeiro con diecisiete años. Por su matrimonio se convirtió también en infanta de España. Tuvo un hijo, el infante D. Sebastián Gabriel y enviudó dos años después, en 1813, a los diecinueve años.
- Para los carlistas, fue reina consorte de España por su segundo matrimonio con su cuñado Carlos María Isidro en 1838, viudo de su hermana Mª Francisca desde 1834 y denominado por los carlistas como Carlos V. Fue hasta su muerte una defensora a ultranza de la facción tradicionalista y del Antiguo Régimen absolutista.
ACTIVIDAD POLÍTICA
Con la llegada de los barcos del rey y su comitiva al puerto de Lisboa el 3 de julio de 1821 procedentes del exilio brasileño dio comienzo la frenética actividad de política palaciega de María Teresa y su vinculación con Madrid desde el denominado "bando apostólico" enfrentado al "bando realista".
Poseedora de un fuerte carácter marcadamente absolutista dio, en primer lugar, todo el apoyo a su hermano, el rey conspirador Miguel I de Portugal, de carácter igualmente absolutista, enfrentado a su otro hermano Pedro I de Brasil y IV de Portugal, de carácter liberal y masón, durante la guerra civil que asoló Portugal entre 1826 y 1834.
A continuación apoyó desde Madrid la causa de su cuñado, el infante Carlos María Isidro, que reclamaba para sí el trono español originando un conflicto dinástico e ideológico que ocupó gran parte del siglo XIX con tristes consecuencias.
Durante los últimos años del reinado de Fernando VII, la princesa de Beira pasó a residir junto a su hermana María Francisca y su hijo Sebastián Gabriel en la corte madrileña donde reclamaría la cuantiosa herencia que, por ley, correspondía a su hijo. Al estallar el conflicto dinástico, en el que conspiró activamente y presenció en La Granja el famoso episodio entre la infanta Carlota y el ministro Calomarde (con bofetada histórica incluida), el Infante D. Carlos y la familia al completo fueron expulsados de España por Fernando VII, viviendo para siempre en el exilio.
Grabado del Infante Sebastián Gabriel |
La familia se estableció primero en Portugal y posteriormente tuvieron que huir hacia Inglaterra, acosados también por los liberales portugueses.
Tras la muerte de Fernando VII en 1833 y la de su hermana María Francisca en 1834, María Teresa se convirtió en la principal activista del carlismo, participando más tarde junto a su hijo Sebastián Gabriel en la 1ª Guerra Carlista contra su prima Isabel II de España.
Comenzó a mantener correspondencia con su cuñado viudo desde la corte austríaca donde residía y se ocupaba de la educación de sus sobrinos, hasta que en febrero de 1838 se casaban en secreto y por poderes en Salzburgo.
Poco después se reuniría con D. Carlos para ratificar su matrimonio en Azpeitia en octubre del mismo año. No tuvieron más descendencia pero ambos criaron a sus respectivos hijos de manera conjunta, ya que además de hijastros eran sobrinos.
El 15 de Enero de 1837 las Cortes de España habían legislado para excluir a la dinastía carlista de la línea de sucesión, incluyendo a la infanta María Teresa, su hijo Sebastián Gabriel y su hermano Miguel. No obstante, en 1859 los derechos de su hijo, quien fue un gran coleccionista de arte y fotógrafo de la familia real, fueron restaurados después de que éste abandonase la causa carlista.
En el año 1839 acabó la primera guerra carlista con la victoria de las tropas realistas lideradas por el general Baldomero Espartero. En 1845 D. Carlos abdicó sus derechos en su hijo mayor Carlos Luis, que asumió el título carlista de Carlos VI. En 1855 falleció ya anciano D. Carlos en Trieste quedando eclipsada, temporalmente, la influencia de María Teresa en el panorama político español.
Infante Carlos María Isidro, por Vicente López Portaña. 1823 |
LEGADO IDEOLÓGICO
Cuando tras la muerte de Carlos VI, conde de Montemolín en 1860, fue sucedido por su hermano Juan III, se produjo una profunda crisis en las filas carlistas porque éste último resultó ser excesivamente liberal para sus seguidores. María Teresa jugó entonces un papel fundamental a la hora de sustituir como pretendiente a Juan III por su hijo Carlos (Carlos VII para los carlistas), sin duda el más carismático de los pretendientes de esta dinastía.
Asumió el papel de matriarca de la familia imponiendo la renuncia de Juan a favor de su hijo Carlos, decisión que certificó con su famosa Carta a los Españoles, de 1864. En ella expuso sus ideas sobre el carlismo y renovó el concepto de legitimidad para justificar este cambio en la dinastía:
Religión, Patria y Rey (...) Rey, digo por último, pero rey por la gracia de Dios y no por la gracia de la soberanía nacional (...). Según el liberalismo, de la soberanía nacional emana todo el poder y los poderes que existen, negando de este modo todo poder de origen divino. Ahora bien, esto está condenado por la Iglesia católica y con razón: pues la Escritura sagrada dice expresamente: todo poder viene de Dios (...)
El liberalismo es puro absolutismo, porque se atribuye a sí un poder que no le viene de Dios, de quien prescinde, ni del pueblo soberano, porque a este no se le concede sino el vano y ridículo derecho de depositar una boleta en una urna electoral.
María Teresa falleció en 1874 a los ochenta y un años de edad en Trieste, tras 19 de viudez, en plena 2ª Guerra Carlista alentada por ella misma, cuando Carlos VII luchaba por conquistar el trono español y liderando en la sombra la facción más reaccionaria e intransigente del conservadurismo español de finales del siglo XIX.
FUENTES
Carlos Herráiz García
Eduardo Montagut Contreras
Museo Zumalakárregui
NOTA
Pessoas en Madrid no comparte necesariamente todas las ideas políticas y religiosas vertidas en la elaboración de este artículo.
EPÍLOGO
Terminamos aquí la serie de infantas de Portugal que vivieron en Madrid, muchas de las cuales llegaron a reinar. El elenco completo de infantas portuguesas reinantes en España o algún reino peninsular consta de once personajes de los cuales no hemos podido tratar a todas al no estar seis de ellas vinculadas con Madrid.
Otro personaje, entrañable donde los haya, al que tampoco hemos podido tratar, sólo vivió unos pocos años en Valladolid, murió como princesa de Asturias y madre del desdichado príncipe D. Carlos: María Manuela de Avis y Austria, primera esposa de Felipe II.
Hemos visto cómo se ha ido mezclado la sangre portuguesa de los Borgoña, Avis y Braganza con las Casas reales peninsulares de Borgoña, Trastamara, Austria y Borbón; los persistentes intentos para conseguir una conveniente alianza política o la ansiada unión dinástica de una manera natural, sin el empleo de la fuerza.
Sólo lo consiguieron plenamente D. Manuel I, el afortunado, y su primera esposa Isabel de Aragón y Castilla al nacer su hijo el infante Miguel de la Paz, primer nieto de los Reyes Católicos. Fue reconocido y jurado como príncipe heredero de las tres coronas peninsulares (aún quedaba fuera la de Navarra) de 1498 a 1500. Su nacimiento costó la vida a su madre y dos años más tarde murió el pequeño infante por causas desconocidas. Está enterrado en la Capilla Real de Granada, junto a sus abuelos maternos.
Imaginar qué hubiera ocurrido con la Península Ibérica y el resto del mundo si Miguel de la Paz hubiese sobrevivido entra en el terreno de la política ficción pero sirve para soñar que la unión peninsular pudo haber ocurrido.
FUENTES
Carlos Herráiz García
Eduardo Montagut Contreras
Museo Zumalakárregui
NOTA
Pessoas en Madrid no comparte necesariamente todas las ideas políticas y religiosas vertidas en la elaboración de este artículo.
EPÍLOGO
Terminamos aquí la serie de infantas de Portugal que vivieron en Madrid, muchas de las cuales llegaron a reinar. El elenco completo de infantas portuguesas reinantes en España o algún reino peninsular consta de once personajes de los cuales no hemos podido tratar a todas al no estar seis de ellas vinculadas con Madrid.
Otro personaje, entrañable donde los haya, al que tampoco hemos podido tratar, sólo vivió unos pocos años en Valladolid, murió como princesa de Asturias y madre del desdichado príncipe D. Carlos: María Manuela de Avis y Austria, primera esposa de Felipe II.
Hemos visto cómo se ha ido mezclado la sangre portuguesa de los Borgoña, Avis y Braganza con las Casas reales peninsulares de Borgoña, Trastamara, Austria y Borbón; los persistentes intentos para conseguir una conveniente alianza política o la ansiada unión dinástica de una manera natural, sin el empleo de la fuerza.
Sólo lo consiguieron plenamente D. Manuel I, el afortunado, y su primera esposa Isabel de Aragón y Castilla al nacer su hijo el infante Miguel de la Paz, primer nieto de los Reyes Católicos. Fue reconocido y jurado como príncipe heredero de las tres coronas peninsulares (aún quedaba fuera la de Navarra) de 1498 a 1500. Su nacimiento costó la vida a su madre y dos años más tarde murió el pequeño infante por causas desconocidas. Está enterrado en la Capilla Real de Granada, junto a sus abuelos maternos.
Imaginar qué hubiera ocurrido con la Península Ibérica y el resto del mundo si Miguel de la Paz hubiese sobrevivido entra en el terreno de la política ficción pero sirve para soñar que la unión peninsular pudo haber ocurrido.
martes, 2 de julio de 2013
Los veranos de la Villa 2013
Me dirijo a pie a la reunión convocada a las 12:30 h ¿A quién se le ocurre hacer una reunión a esa hora que te parte toda la mañana? Se que no va a ser una reunión fácil. Demasiada gente para poner de acuerdo y aún no hay ningún papel firmado, como se hace todo últimamente...
Miro hacia arriba y de repente, como por arte de magia, se desvanecen todos esos nubarrones y malos presentimientos que rondaban por mi cabeza. Se asoma una sonrisa a mi cara y tengo que retroceder sobre mis pasos para comprobar que lo que he visto es cierto.
Hace muchos años que no la veía, que no la sigo con la frecuencia con que lo hacía antes cuando el Monumental, año tras año, lleno hasta la bandera, reventaba y se rendía a sus pies. Hace mucho tiempo que no escucho la maravilla de voz de Dulce Pontes.
Haciendo caso a nuestro amigo Manuel de Madriz hacia arriba hay que guiarse de lo que sugiere el título de su blog y no perderse los sabrosos detalles que hay por las alturas de nuestra ciudad (y llevar siempre a mano una cámara decente, que no era el caso).
Este año, la programación de los Veranos de la Villa 2013 trae a Madrid tres cantantes-fadistas portugueses de primer orden (de verdad que no tenemos apelativos suficientes para calificarlos).
El día 21 de Julio, a las 21:00 h. el Teatro Circo Price acoge a Carlos do Carmo (Lisboa, 21 de diciembre de 1939). Celebra su 50 aniversario sobre los escenarios y la publicidad de Los Veranos le califica de máximo exponente del Fado en vida. Creo que con eso está todo dicho porque después de la voz de Amalia Rodrigues, la voz viva masculina por excelencia es la suya.
Carlos do Carmo ha tenido el acierto de contar con la participación especial de Carminho, reuniéndose de esta manera dos generaciones y épocas totalmente diferentes pero con el denominador común de la excelencia.
El día 29 de Julio, a las 21:30 h. en el mismo escenario podremos escuchar a Dulce Pontes (Montijo, 1969). Ella es una cantante total, no exclusivamente fadista, experimental, pionera de la fusión, comprometida con su cultura, domina el escenario como nadie sabe hacerlo. En sus conciertos puedes viajar desde una Galicia profunda hasta Angola o Cabo Verde, pasando por estremecedores poemas de Fernando Pessoa o Rosalía de Castro.
Os dejo un clásico de aperitivo: El poema O Infante del libro Mensagem de Pessoa, cantado por Dulce Pontes.
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