Hoy cerramos la serie dedicada a Damas de compañía de infantas de Portugal, reinas de Castilla o de España con un personaje muy enraizado en la lírica española, musa y amor platónico del poeta Garcilaso de la Vega: Isabel Freire.
Fragmento de retrato
idealizado de Isabel Freire por C. F. Cowper. 1905. |
Hija de Bernardim de Almeida y de Guiomar Freire de Andrade pertenecía, por parte paterna, a la casa de los condes de Abrantes, descendientes de la Casa Real portuguesa. Otro autor recoge un antiguo testimonio que la emparenta con los duques de Braganza.
Isabel Freire era una de las jóvenes damas que acompañaba a la infanta Isabel de Avis y Trastámara en la corte portuguesa de Évora. Debía de ser una joven bellísima, pues también inspiró al poeta portugués Francisco Sá de Miranda y una de las damas más queridas por la infanta, quien afirmó que sólo vendría a España a casarse si podía traer con ella a Isabel Freire.
Supuesto retrato de Garcilaso de la Vega. Museo de Kassel (Alemania). |
Un año antes, tras disolverse el ejército español al terminar el asedio de Fuenterrabia, viajó a Portugal a visitar a su hermano mayor, Pedro Laso, desterrado por el emperador a la corte de D. João III de Portugal por su intervención en la revuelta comunera (1520-1522). Pedro se había casado con la también dama de la infanta Isabel, Beatriz de Sá y, cómo no, también se tiene noticia del amor platónico del poeta por su cuñada Beatriz.
Sería en la corte de Évora, al visitar Garcilaso a su hermano en 1524, donde el poeta y su musa Isabel se pudieron conocer.
En 1526, Isabel Freire acompañó a la infanta de Portugal hasta Castilla para las bodas reales con el emperador en Sevilla. Durante la posterior luna de miel granadina, de seis meses de duración, se formó una brillante corte renacentista, con el músico Antonio de Cabezón y el poeta Garcilaso de la Vega entre otros artistas. Fue entonces cuando el poeta tuvo oportunidad de tratar más a Isabel y de enamorarse de ella sin remedio.
La relación amorosa entre ambos está envuelta en el misterio y ha sido puesta en tela de juicio muchas veces. Indudablemente hubo algún tipo de relación, ya que coincidieron en la corte de Carlos V e Isabel de Portugal en varias ocasiones. Sin duda, ella fue la musa inspiradora de sus poemas, como cuando la describe: (...) su modo de andar alegre, su meneo, su contoneo; venía a ser anuncio de otras delicias de la carne.
Retrato del emperador Carlos V e Isabel de Portugal. Copia que Rubens realizó en 1628 del original de Tiziano desaparecido en el incendio del Alcázar en 1734. Colección Casa de Alba. |
El despecho que Garcilaso siente por la boda de su amada se puede comprobar en su primera etapa de poesía castellana de cancionero, como en la Copla II del manuscrito 17.969 de la Biblioteca Nacional de Madrid, titulada Canción, habiéndose casado su dama, cuyo epígrafe dice: A doña Isabel Freire, porque casó con un hombre fuera de su condición.
El matrimonio Fonseca-Freire se establece en Toro, ciudad donde Antonio de Fonseca, conocido como el Gordo, ("un hombre gordo y romo en amores y ambiciones") formaba parte de las elites del poder local. Isabel Freire dio a luz, al menos, a tres hijos: Alonso de Fonseca, que casará con Juana Enríquez, de quienes descienden los titulares del condado de Villanueva de Cañedo; Catalina de Fonseca, que casó con Pedro Enríquez; y Guiomar de Fonseca, monja en el monasterio de Sancti Spiritus, de Toro.
Desde Menéndez Pelayo, la relación entre Garcilaso e Isabel Freire ha sido defendida con unanimidad desde conocidas interpretaciones biográficas de la obra el poeta, como las de Rafael Lapesa y Ángel Valbuena Prat. Antonio Prieto llega a reordenar su obra defendiendo la tesis de que buena parte de esos poemas forman un Canzionere al estilo de Petrarca, a través del cual Garcilaso quiere elaborar una imago vitae de su amada Isabel Freire.
El Soneto V, uno de los más bellos de su segunda etapa petrarquista dedicados a su dama portuguesa, dice así:
Escrito'stá en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribistes; yo lo leo
tan solo que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero;
Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
Es probable que Isabel Freire muriera prematuramente tras el tercer o cuarto parto (¡Oh tela delicada, / antes de tiempo dada / a los agudos filos de la muerte!, Égloga I, vv. 260-262). Fue enterrada en la capilla familiar de los Fonseca en el toresano monasterio de San Ildefonso, entre 1534 y 1537.
Al tener noticia de la muerte de Isabel, Garcilaso regresa a Nápoles en mayo de 1534 y comienza a escribir la famosa Égloga I, narración lírica de su fallida historia de amor.
Con sus tres Églogas se inicia la tercera etapa clasicista o napolitana de la obra de Garcilaso, reconocible por la mayor influencia de Virgilio y de los poetas italianos del Renacimiento.
La Égloga I es una versión poética de su historia amorosa con Isabel Freire. Dos pastores, Salicio y Nemoroso, cantan sus penas de amor en un paisaje bucólico conmovidos por su tristeza. Salicio lamenta los desdenes de Galatea y Nemoroso llora la muerte de su amada Elisa. Garcilaso expresó a través de estos dos pastores dos momentos distintos de su relación imposible con Isabel.
Además de poeta, Garcilaso era soldado del emperador y por eso murió como tal, al ser herido durante la retirada del cerco de Marsella en Le Muy (Provenza), muriendo finalmente en Niza (Saboya) en 1536. Se dice que por fin había olvidado a Isabel y había vuelto a encontrar el amor en una dama napolitana...
Efigie sepulcral de Garcilaso en la iglesia de San Pedro Mártir (Toledo). La más verídica representación de cuantas existen del poeta. |
FUENTES:
Centro virtual Cervantes. 500 años de Garcilaso.
Los jardines de Babel.
La web de Garcilaso
P.D.
La serie Damas de compañía de infantas de Portugal, reinas de Castilla o de España nos ha dado a conocer personajes femeninos de todo tipo: unas ejemplares como santa Beatriz da Silva y otras menos santas como Guiomar de Castro, pasando por Leonor de Mascarenhas, Leonor de Castro, Ángela de Acevedo, meninas con ascendencia portuguesa como María Agustina Sarmiento de Sotomayor y Alencastre y también varones como el menino de Felipe II Ruy Gomes da Silva, príncipe de Éboli.
No están todas las que fueron, porque es fácil imaginar a Bárbara de Braganza, en su ilustrada corte, rodeada de cultas damas de compañía lusas con quien compartir idioma e inquietudes artísticas e intelectuales.
No ocurriría así en la austera época de posguerra que le tocó vivir a María Isabel de Braganza, quien sólo pudo estar acompañada por su hermana pequeña y buena consejera María Francisca.
Hola Antonio:
ResponderEliminarBrillante entrada, como brillante es toda la serie sobre damas de compañía portuguesas, con la que hemos disfrutado y aprendido tanto... ¡y es que lo cuentas tan bien! Finalizas la serie con una historia especialmente emotiva, tal vez la menos relacionada con Madrid (o sí, dados los vínculos del linaje con la capital y el Castillo de Batres), que ha quedado inmortalizada en un poema culminante para nuestras letras, toda una referencia para los enamorados. ¡Olé por esa dama lusa que supo despertar el genio de Garcilaso e inspirarle su soberbio legado literario!
Abrazos, Jesús
Hola Jesús, muchas gracias por tu comentario. Había pensado relacionar a Isabel con el Castillo de Batres para vincularla más con Madrid, pero eso ya sería novelar demasiado la historia. Suponemos que pasaría grandes temporadas en el Alcázar madrileño que, aunque pasaba por su peor momento para vivir en él, tampoco estaba nada mal ¿no?
EliminarUn abrazo
La historia es preciosa, Antonio, y, como dice Jesús, ¡la cuentas tan bien! que da pena que se termine. También un poco triste, como todos los amores imposibles… aunque parece que Garcilaso sabía contentarse…
ResponderEliminarLa parte buena es que la bella Isabel inspiró los poemas que nos quedaron para siempre.
Abrazos
La verdad es que Garcilaso debía tener algún problema propio de un "picaflor" porque se enamoraba de todas, hasta de la cuñada. Debe ser una patología difícil de sobrellevar pero, por otro lado, muy creativa para la poesía y las artes en general (estoy pensando en Picasso, etc.)
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Un abrazo.
Hola Antonio. Ay! los amores imposibles.....o al menos no correspondidos.
ResponderEliminarAunque bien mirado, esta situación inspiró a Garcilaso a componer poemas, que en otra situación, no habría compuesto, y así los hemos podido disfrutar.
Bonita historia. Un abrazo.
Hola José, efectivamente, gracias a las continuas "calabazas" que le debía dar su amada Isabel podemos hoy saborear esa poesía tan inflamada y apasionada que se estudia (o estudiaba antes) en las escuelas.
EliminarMuchas gracias por el comentario y un abrazo.