martes, 24 de marzo de 2015

Luis de Matos




El portugués Luis de Matos está considerado como uno de los mejores magos del mundo, incluso muchos consideran que es el auténtico número 1 del sector. Hará gala de su capacidad durante seis únicas funciones en el Teatro Compac Gran Vía de Madrid desde el miércoles 1 hasta el domingo 5 de abril, en un show de magia para toda la familia. 

El horario será: de miércoles a viernes, a las 20:30 horas, sábado, con doble sesión, a las 19.00 y 22:00 horas y domingo a las 19:00 horas.

Luis de Matos es el nuevo one man show, el mago portugués más premiado y distinguido que estrena nuevo montaje en Madrid. Un viaje inolvidable, lleno de interacción y misterio, lleno de hazañas inexplicables que permanecerán en la memoria por mucho tiempo.

Luís Manuel Curcialeiro Godinho de Matos, conocido como Luis de Matos (Mozambique, 23 de Agosto de 1970) es ilusionista y participante habitual de numerosos programas de televisión en diversos países.




Mago premiado a nivel internacional, es hasta la fecha el ilusionista de menor edad galardonado con el Premio Devant, trofeo que otorga anualmente el centenario club londinense The Magic Circle, MAGO DEL AÑO por la Hollywood Academy of Magical Arts y MAGO DE LA DÉCADA por la International Magicians Society.
El espectáculo que va a presentar en Madrid se denomina ‘Chaos‘. Un show donde los más extraños elementos interaccionan de forma mágica y sorprendente. Tan sorprendente que José Saramago llegó a decir del espectáculo que 
Más que el caos, representa un orden sin descifrar.
La hora y media de duración de ‘Chaos’ sirven para que el público participe de una forma muy activa, ya que el espectáculo se sirve de la imaginación colectiva para fabricar una experiencia mágica sin precedentes.

¿Ilusión o realidad? Para salir de dudas tendremos que ir al Teatro Compac Gran Vía de Madrid durante la primera semana de abril a comprobarlo. Ahí va un pequeño aperitivo.







Fuente:
Taquilla.com
madridesteatro.com

martes, 17 de marzo de 2015

Isabel Freire


Hoy cerramos la serie dedicada a Damas de compañía de infantas de Portugal, reinas de Castilla o de España con un personaje muy enraizado en la lírica española, musa y amor platónico del poeta Garcilaso de la Vega: Isabel Freire.


Fragmento de retrato 
idealizado de Isabel Freire 
por C. F. Cowper. 1905.
Isabel Freire (Beja, Portugal c. 1507 - Toro c. 1536), inspiró los personajes de las pastoras Galatea y Elisa de la Égloga I de Garcilaso de la Vega, fue musa de casi toda su obra y amor platónico. Considerada por toda una tradición crítica y en palabras de Antonio Prieto como el gran latido de la poesía garcilasiana.

Hija de Bernardim de Almeida y de Guiomar Freire de Andrade pertenecía, por parte paterna, a la casa de los condes de Abrantes, descendientes de la Casa Real portuguesa. Otro autor recoge un antiguo testimonio que la emparenta con los duques de Braganza.


Isabel Freire era una de las jóvenes damas que acompañaba a la infanta Isabel de Avis y Trastámara en la corte portuguesa de Évora. Debía de ser una joven bellísima, pues también inspiró al poeta portugués Francisco Sá de Miranda y una de las damas más queridas por la infanta, quien afirmó que sólo vendría a España a casarse si podía traer con ella a Isabel Freire.


Garcilaso de la Vega, por su parte, era de familia noble toledana, había tenido una esmerada educación en la corte y era miembro de la guardia real del emperador cuando conoció a la joven dama portuguesa. Hacía sólo un año que se había casado con Elena de Zúñiga...


Supuesto retrato de Garcilaso de la 
Vega. Museo de Kassel (Alemania). 
Era el prototipo de cortesano renacentista: culto, elegante, apuesto y conquistador. En Toledo se había enamorado siendo muy joven de Guiomar Carrillo de Toledo y fruto de esta relación nacería un niño. En 1520 entró a formar parte de la guardia real del emperador Carlos V y en 1525 se casó con Elena de Zúñiga, dama de doña Leonor de Austria con quien tendría varios hijos y a quien nunca amó.

Un año antes, tras disolverse el ejército español al terminar el asedio de Fuenterrabia, viajó a Portugal a visitar a su hermano mayor, Pedro Laso, desterrado por el emperador a la corte de D. João III de Portugal por su intervención en la revuelta comunera (1520-1522). Pedro se había casado con la también dama de la infanta Isabel, Beatriz de Sá y, cómo no, también se tiene noticia del amor platónico del poeta por su cuñada Beatriz

Sería en la corte de Évora, al visitar Garcilaso a su hermano en 1524, donde el poeta y su musa Isabel se pudieron conocer.

En 1526, Isabel Freire acompañó a la infanta de Portugal hasta Castilla para las bodas reales con el emperador en Sevilla. Durante la posterior luna de miel granadina, de seis meses de duración, se formó una brillante corte renacentista, con el músico Antonio de Cabezón y el poeta Garcilaso de la Vega entre otros artistas. Fue entonces cuando el poeta tuvo oportunidad de tratar más a Isabel y de enamorarse de ella sin remedio. 

La relación amorosa entre ambos está envuelta en el misterio y ha sido puesta en tela de juicio muchas veces. Indudablemente hubo algún tipo de relación, ya que coincidieron en la corte de Carlos V e Isabel de Portugal en varias ocasiones. Sin duda, ella fue la musa inspiradora de sus poemas, como cuando la describe: (...) su modo de andar alegre, su meneo, su contoneo; venía a ser anuncio de otras delicias de la carne.


Retrato del emperador Carlos V e Isabel de Portugal.
 Copia que Rubens realizó en 1628 del original de
Tiziano desaparecido
en el incendio del Alcázar en
 1734. Colección Casa de Alba.
Después de Granada, la corte itinerante pasa por Valladolid, Palencia y Burgos hasta que, en febrero de 1528, se traslada a Madrid convocados por las Cortes generales. Entre octubre de 1528 y marzo de 1529 un nuevo traslado les lleva a Toledo donde Isabel Freire contrae matrimonio finalmente con D. Antonio de Fonseca (acaso (...) ese que de mí s’está reyendo, Égloga I, v. 180), regidor de Toledo (como el propio Garcilaso) y Toro, futuro señor de Villanueva de Cañedo y heredero del mayorazgo fundado por su abuelo Alonso de Fonseca, obispo de Ávila, Cuenca y Osma.

El despecho que Garcilaso siente por la boda de su amada se puede comprobar en su primera etapa de poesía castellana de cancionero, como en la Copla II del manuscrito 17.969 de la Biblioteca Nacional de Madrid, titulada Canción, habiéndose casado su dama, cuyo epígrafe dice: A doña Isabel Freire, porque casó con un hombre fuera de su condición.

El matrimonio Fonseca-Freire se establece en Toro, ciudad donde Antonio de Fonseca, conocido como el Gordo, ("
un hombre gordo y romo en amores y ambiciones") formaba parte de las elites del poder local. Isabel Freire dio a luz, al menos, a tres hijos: Alonso de Fonseca, que casará con Juana Enríquez, de quienes descienden los titulares del condado de Villanueva de Cañedo; Catalina de Fonseca, que casó con Pedro Enríquez; y Guiomar de Fonseca, monja en el monasterio de Sancti Spiritus, de Toro.

Desde Menéndez Pelayo, la relación entre  Garcilaso  e Isabel Freire ha sido defendida con unanimidad desde conocidas interpretaciones biográficas de la obra el poeta, como las de Rafael Lapesa Ángel Valbuena PratAntonio Prieto llega a reordenar su obra  defendiendo la tesis de que buena parte de esos poemas forman un Canzionere al estilo de Petrarca, a través del cual Garcilaso quiere elaborar una imago vitae de su amada Isabel Freire.


El Soneto V, uno de los más bellos de su segunda etapa petrarquista dedicados a su dama portuguesa, dice así: 


Escrito'stá en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribistes; yo lo leo
tan solo que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero;

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.


Es probable que Isabel Freire muriera prematuramente tras el tercer o cuarto parto
 (¡Oh tela delicada, / antes de tiempo dada / a los agudos filos de la muerte!, Égloga I, vv. 260-262). Fue enterrada en la capilla familiar de los Fonseca en el toresano monasterio de San Ildefonso, entre 1534 y 1537.


Al tener noticia de la muerte de Isabel, Garcilaso regresa a Nápoles en mayo de 1534 y comienza a escribir la famosa Égloga I, narración lírica de su fallida historia de amor.



Con sus tres Églogas se inicia la tercera etapa clasicista o napolitana de la obra de Garcilaso, reconocible por la mayor influencia de Virgilio y de los poetas italianos del Renacimiento. 

La Égloga I es una versión poética de su historia amorosa con Isabel Freire. Dos pastores, Salicio y Nemoroso, cantan sus penas de amor en un paisaje bucólico conmovidos por su tristeza. Salicio lamenta los desdenes de Galatea y Nemoroso llora la muerte de su amada Elisa. Garcilaso expresó a través de estos dos pastores dos momentos distintos de su relación imposible con Isabe
l.

Además de poeta, Garcilaso era soldado del emperador y por eso murió como tal, al ser herido durante la retirada del cerco de Marsella en Le Muy (Provenza), muriendo finalmente en Niza (Saboya) en 1536. Se dice que por fin había olvidado a Isabel y había vuelto a encontrar el amor en una dama napolitana...


Efigie sepulcral de Garcilaso en la iglesia de San Pedro Mártir (Toledo).
La más verídica representación de cuantas existen del poeta.



FUENTES:
Centro virtual Cervantes. 500 años de Garcilaso.
Los jardines de Babel.
La web de Garcilaso




P.D. 
La serie Damas de compañía de infantas de Portugal, reinas de Castilla o de España nos ha dado a conocer personajes femeninos de todo tipo: unas ejemplares como santa Beatriz da Silva y otras menos santas como Guiomar de Castro, pasando por Leonor de MascarenhasLeonor de CastroÁngela de Acevedo, meninas con ascendencia portuguesa como María Agustina Sarmiento de Sotomayor y Alencastre y también varones como el menino de Felipe II Ruy Gomes da Silva, príncipe de Éboli.
No están todas las que fueron, porque es fácil imaginar a Bárbara de Braganza, en su ilustrada corte, rodeada de cultas damas de compañía lusas con quien compartir idioma e inquietudes artísticas e intelectuales. 
No ocurriría así en la austera época de posguerra que le tocó vivir a María Isabel de Braganza, quien sólo pudo estar acompañada  por su hermana pequeña y buena consejera María Francisca.

martes, 10 de marzo de 2015

Santa Teresa de Jesús y Portugal

Santa Teresa de Jesús. Talla de Gregorio Fernández.
Museo Nacional de Escultura. Valladolid.

El 28 de marzo se celebra el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Por este motivo queremos dedicar, desde estas páginas, un pequeño homenaje a tan singular y gran mujer desde una de sus facetas menos conocidas de ella: la política.
Para ello no vamos a profundizar en su obra espiritual -ojalá estuviéramos a la altura para poder hacerlo y, además, doctores (como ella) tiene la Iglesia- ni en la literaria, cuya lectura tanto gozo nos provoca, pero sí que vamos a fijarnos en parte de su epistolario. 




Con dos de sus cartas podemos intuir cómo Santa Teresa de Jesús no sólo era una mujer de su época, informada de los acontecimientos políticos, sociales y religiosos de su tiempo, sino que, además, era un personaje con gran influencia y liderazgo en lo que hoy llamaríamos la cúpula del poder y cuya opinión era solicitada y respetada.

No ajena a la actualidad, la situación del reino de Portugal -tras la muerte del rey D. Sebastião en batalla- le preocupa mucho, como trasciende de su epistolario. A través de él, podemos ver cómo intenta controlar la difícil situación... y puede que lo consiguiera.

Así como hay cartas dirigidas Al prudentísimo señor, el rey Felipe II, quejándose de las injustas persecuciones contra sus religiosas de Sevilla y contra el venerable padre fray Jerónimo Gracián -su superior y confesor- hay otras dirigidas a este último, como la que le escribe el 19 de agosto de 1578 sólo quince días después de la catástrofe de Alcácer-Quibir, donde murió el rey D. Sebastião, diciéndole estas palabras tan certeras sobre las relaciones internacionales:
(...) Mucho me ha lastimado la muerte de tan católico Rey, como era el de Portugal, y enojado de los que le dejaron ir á meter en tan gran peligro. Por todas partes nos da á entender el mundo la poca seguridad que hemos de tener, de ningun contento, si no le buscamos el padecer (...) 
Un año después del desastre, la candidatura presentada por Felipe II para ceñir la corona de Portugal origina el debate político y social del momento en la península. 

En este contexto y treinta días después de que el rey-cardenal Henrique I comunicara al embajador Cristovão de Moura que aceptaba la candidatura de Felipe II, Santa Teresa de Jesús escribe a su amigo D. Teotónio de Bragança, arzobispo de Évora, el 22 de julio de 1579, unos interesantes comentarios sobre la situación.

Hay que recordar que D. Teotónio era tío de D. João de Bragança, otro de los entonces pretendientes a la corona de Portugal, cuyo nieto sería D. João IV, tras la sublevación de 1640. D. Teotónio fue nombrado arzobispo de Évora por el propio cardenal D. Enrique, sustituyéndole, cuando este último tuvo que acceder al trono tras la muerte del rey D. Sebastião.

En su carta, Santa Teresa le insta con estas palabras:
(...) Vuestra Señoría me mande hacer saber, si hay alla alguna nueva de paz, que me tiene harto afligida lo que por acá oigo, como á V.S. escribo: porque si, por mis pecados, este negocio se lleva por guerra, temo grandísimo mal en ese reino, y aún á ese no puede dejar de venir gran daño.
Dícenme es el duque de Braganza el que la sustenta, y en ser cosa de V.S. me duele en el alma, dejadas las muchas causas que hay sin esta. Por amor de nuestro Señor, pues de razon V.S. será de mucha parte para esto con su señoría, procure concierto (pues según me dicen hace nuestro rey todo lo que puede, y esto justifica mucho su causa) y se tenga delante los grandes daños que pueden venir, como he dicho: y mire V.S. por la honra de Dios, como creo lo hará, sin tener respeto á otra cosa.
Plega á Su Majestad ponga en ello sus manos, como todas se lo suplicamos; que yo digo á V.S. que lo siento tan tiernamente, que deseo la muerte, si ha de permitir Dios que venga a tanto mal, por no lo ver. El guarde á V.S. con la santidad que yo le suplico muchos años para bien de su Iglesia, y tanta gracia que pueda allanar negocio tan en su servicio. Por acá dicen todos que nuestro rey es el que tiene la justicia, y que ha hecho todas las diligencias que ha podido, para averiguarlo. El Señor dé luz para que se entienda la verdad, sin tantas muertes como ha de haber si se pone á riesgo; y en tiempo que hay tan pocos cristianos, que se acaben unos á otros es gran desventura (...) 
Consideramos estar ante una carta de alto interés político y retórico. El modus operandi de la remitente y la influencia de su destinatario pudieron ser decisivos para la historia peninsular. 

En lo señalado con negrita observamos cómo Santa Teresa de Jesús toma partido por su rey y cómo pide frontalmente a D. Teotónio que neutralice las aspiraciones de su sobrino empleando, de manera admirable, la retórica para suavizar sus palabras con otros argumentos de índole espiritual y en pro de la paz.




En este humilde homenaje hemos dejado deliberadamente al margen la conexión espiritual de la santa andariega con Portugal, tras la primera fundación hecha en 1585 por la hermana María de San José de Salazar del monasterio de San Alberto en Lisboa.

Agradecemos, finalmente, a Santa Teresa de Jesús la oportunidad que nos ha brindado de traerla a nuestras páginas debido a la conexión política, pequeña pero trascendental, que también tuvo con la historia de Portugal.
Santa Teresa de Jesús. José de Ribera.
Museo Bellas Artes de Valencia
.

BIBLIOGRAFÍA.

Obras de Santa Teresa de Jesús, novísima edición, corregida y aumentada. Conforme a los originales y a las últimas revisiones, y con notas aclaratorias. VICENTE DE LA FUENTE. Tomo V. comprende la segunda parte del Epistolario de la Santa. Con licencia de la Autoridad eclesiástica. Madrid, 1881.


D. SEBASTIÃO, Rei de Portugal. ANTONIO VILLACORTA BAÑOS GARCÍA. A Esfera dos Livros. Lisboa, 2006.  

martes, 3 de marzo de 2015

Leonor de Castro

Otra dama Castro, muy distinta a la anterior, llegó desde Portugal a la corte imperial acompañando a su señora. Y, cómo no, también pasó por Madrid y su real Alcázar. 


Leonor de Castro Mello y Meneses (Portugal, 1512 - Gandía, 1546), IV Duquesa de Gandía, perteneció al cortejo de la emperatriz Isabel de Portugal como camarera mayor e íntima amiga suya. Integrante de la alta nobleza portuguesa, era hija de Álvaro de Castro "el Viejo", Capitán-General de África del rey Manuel I de Portugal y de Isabel de Mello Barreto y Meneses. Su hermano, Rodrigo de Castro, fue gobernador portugués de la plaza fuerte de Safí (Marruecos).

Durante 1529 tuvieron lugar las negociaciones para acordar su boda con Francisco de Borja -quien un año antes había entrado al servicio del emperador Carlos I de España como caballerizo mayor de Isabel de Portugal- a pesar de los planes iniciales que tenían sus padres, los duques de Gandía, de desposarlo con doña Aldonza de Cardona


El emperador, representado por su mayordomo Pedro González de Mendoza, negoció en nombre de doña Leonor, instando al duque de Gandía a que aceptase sus condiciones. Tras pactar todos los detalles, los esposos se pudieron reunir en Toledo en agosto de 1529. Pocos días después, Isabel de Portugal escribió al Duque de Gandía que se alegraba enormemente por el casamiento de su hijo con su dama, y le ofrecía concederle las mercedes que pudiese.

El alcázar de Madrid. Dibujo de A. V. Wingaerde /J. Hoefnagel. 1549
El matrimonio finalmente se celebró en 1529, en el real Alcázar de Madrid, como muestra del gran aprecio de los monarcas por la feliz pareja. Francisco y Leonor no tardaron en tener una amplia familia, cinco varones y tres mujeres: Carlos en 1530, Isabel en 1532, Juan en 1533, Álvaro y Juana Francisca en 1535, Fernando en 1537, Dorotea en 1538 y Alonso en 1539.

En 1539, doña Leonor acompañó a su esposo en el entierro de la emperatriz, fallecida estando embarazada de su sexto hijo en el palacio toledano de los condes de Fuensalida, ya que era su camarera mayor. El emperador, desgarrado por el dolor de la pérdida, se retiró por un tiempo al monasterio de Santa María de la Sisla. Su hijo, el príncipe Felipe, futuro Felipe II, fue el encargado de presidir el cortejo fúnebre hasta la Capilla Real de Granada, donde sería enterrada la soberana. Francisco de Borja dirigió la comitiva como caballerizo mayor de la difunta.

Cuando llegaron a la Capilla, hubo de dar fe a los monjes de que el cadáver que entregaba para enterrar era el de la emperatriz, por lo que se abrió el ataúd. Ante la visión del cuerpo de Isabel, en avanzado estado de descomposición, Francisco sentenció: 
No puedo jurar que esta sea la emperatriz, pero si juro que fue su cadáver el que aquí se puso. Nunca más serviré a Señor que se me pueda morir.
Según se dice, este fue el suceso de conversión que le inclinó a la vida religiosa, de la que mostraría gran capacidad como maestro espiritual de las mujeres de la familia real de los Habsburgo españoles, como ocurrió con doña Catarina de Austria, reina de Portugal y su nuera y sobrina Juana de Austria.

Palacio Ducal de Gandía, casa
natal de Francisco de Borja.
Leonor pasó sus últimos días en el monasterio de San Jerónimo de Cotalba, muy cerca de Gandía. En ese lugar falleció el 27 de marzo de 1546. Su esposo, sumamente entristecido, renunció a sus bienes y posesiones en favor de sus hijos, cediendo los títulos nobiliarios, y marchó a Roma en junio de ese mismo año. 

Decidió ingresar en la recientemente fundada Compañía de Jesús. Por su linaje y posición en la corte, inmediatamente se le ofreció el título de cardenal. Francisco no quiso aceptarlo, pues prefería vivir el resto de su vida como humilde predicador itinerante.


En 1554 llegó a ser comisario general de los jesuitas en España, y en 1565, a la muerte del P. Laínez, General de la Orden, hasta su fallecimiento el 1 de octubre de 1572, a los 62 años de edad, en Roma. El Papa Clemente X le canonizó en 1671, tardíamente en comparación con San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier (1622). Hoy en día es santo patrono en España de la nobleza y la cetrería y de las ciudades de Gandía, Valencia y Bonares.

El linaje de los Borja (Borgia, en Italia) ha dado al mundo santos como Francisco, papas como Calixto III y Alejandro VI, malvados y personajes de leyenda como César y Lucrecia Borgia.

San Francisco de Borja, por Alonso Cano.
Museo de Bellas Artes de Sevilla.