lunes, 3 de diciembre de 2012

Ángela de Acevedo


Hoy tenemos que agradecer a SS. AA. RR. los príncipes de Asturias D. Felipe de Austria y Dª Isabel de Borbón por habernos proporcionado un nuevo y singular personaje que se suma al ya numeroso y selecto elenco de Pessoas en Madrid.

Como de momento es del todo imposible retroceder hasta el año de 1619 para agradecérselo personalmente, es más fácil y sincero hacerlo a María Isabel Barbeito Carneiro, quien en el año 2003 escribió en Península, Revista de Estudos Ibéricos, el magnífico artículo Mujeres peninsulares entre Portugal y España, de donde extraemos este interesante personaje.

 
                          
                                            Isabel de Borbón por Rodrigo de Villaldrando, 1620
                                             y Felipe IV por Velázquez, 1623. Museo del Prado.
 
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
El 29 de Junio de 1619, día de San Pedro, se produjo uno de los acontecimientos más teatrales y barrocos  del siglo XVII en Portugal, la llamada por poetas y cronistas portugueses La Jornada de Felipe III a Lisboa.
 
El cronista mayor del reino João Baptista Lavanha señalaba en su minuciosa descripción del viaje real la necesidad de que los reyes visitasen personalmente sus reinos para conocer a sus súbditos y sus necesidades sin fiarse de terceras personas, poniendo de ejemplo a Felipe II quien, un mismo día de San Pedro de 1581, viajó a Portugal y residió allí durante dos años.
 
Hacía por tanto 38 años que un monarca no visitaba Lisboa, capital del nuevo reino anexionado y, en opinión de muchos, mejor candidata a capital de la monarquía dual.
 
 
Desembarco de Su Majestad en Lisboa 

A pesar de todo el alarde de pompa barroca, de arrogancia portuguesa para deslumbrar a la arrogancia castellana, de la presentación del rey a las Cortes y jura del príncipe de Asturias, estos no fueron motivos suficientes para corregir el hecho de que la visita se realizara ya demasiado tarde.

Carruaje empleado por Felipe III en Lisboa
(el más antiguo de la colección)
Museu dos Coches. Belém.
 
Por todo el trayecto del viaje se levantaron efímeros arcos triunfales en honor del rey donde se exaltaba el pasado histórico portugués, tan glorioso como el español.
 

Detalle de dos de los arcos triunfales.

Reflejaban la misma idea imperialista que, décadas antes, había animado los recibimientos a Carlos V en las ciudades europeas. Dioses de la mitología, alegorías de la Religión o la Fortuna, referencias a héroes históricos y míticos, a la literatura clásica, a Dante, armas, escudos, emblemas, pinturas, etcétera, conformaban un mensaje simbólico no menos manierista que la arquitectura que lo sustentaba.
 
 
Arco de los italianos.
Jornada de Felipe III a Lisboa
 
Toda esta representación de la política imperial fue tan efímera como la propia naturaleza de su arquitectura ya que pronto la exaltación de la monarquía de los Austrias se desvanecería con los brotes independentistas portugueses de 1640.
 
Esta tradición de exaltación del poder con arquitectura efímera será costumbre en España hasta el último cuarto del siglo XIX con la entrada de Alfonso XII, el pacificador, en Madrid.


Calle Mayor de Madrid engalanada con Arco
triunfal en honor a Alfonso XII. 1875.
Jean Laurent y Minier. Museo Municipal.
Fuente: Imágenes del viejo Madrid.

En este contexto tan teatral acompañaban al rey su hijo Felipe, con tan sólo 14 años, para jurar como príncipe heredero y la esposa de este Isabel de Borbón. Eran tan jóvenes que aún no se les había permitido consumar su matrimonio celebrado cuatro años antes. 
 
Intercambio de princesas en el río Bidasoa para la boda de
Felipe IV e Isabel de Borbón. Peter van der Meulen.
1615. Real Monasterio de la Encarnación
 
 
EL ENCUENTRO
 
Entre las damas que el rey presentó a su joven nuera Isabel de Borbón se encontraba Ángela de Acevedo por la que pronto demuestra un especial afecto y decide llevarla consigo a la Corte española. La dama estaba dotada de gran discreción y belleza pero sobre todo de un singular ingenio. Aportaba el aliciente de escribir comedias nada desdeñables para su representación en Palacio, ya fuera en el Coliseo del Buen Retiro o en el Salón de Comedias -Salón Dorado- del Alcázar madrileño.
 

Ubicación del Coliseo del Buen Retiro señalado
con el nº 6 en 1640 según el plano de Carlier.
Fuente: Mª Ángeles Jordano Barbudo.
 
 
Sus padres fueron el hidalgo de la Casa Real João de Acevedo Pereyra e Isabel de Oliveira. Se casó en Madrid y al quedarse viuda se retiró, junto a una hija, a un convento benedictino de Portugal donde murió en 1644. Mereció ser destacada por autores como Barbosa Machado, Damião de Froes Perym, Domingo García Peres,Cayetano Alberto de la Barrera y Manuel Serrano y Sanz.


Juego de cañas en la Plaza Mayor. 1623.

 
SU OBRA
 
Las tres comedias que se conocen de ella son: Dicha y desdicha del juego y devoción de la Virgen, El muerto disimulado y La Margarita del Tajo que dio nombre a Santarem. Todas ellas escritas en castellano e impresas, se encuentran  en la Biblioteca Nacional.

Dicha y desdicha del juego y devoción de la Virgen se trata de una comedia de enredo a lo divino en tres jornadas, de verso polimétrico, cuya acción transcurre en varios escenarios interiores y exteriores de la ciudad de Oporto. En ella se recurre a la vieja tradición de los milagros marianos, aderezada con los tópicos de amor y honor que dan razón de ser a la dramaturgia de aquel período.

El muerto disimulado es una comedia en tres jornadas, escrita en versos de distintos metros, cuya acción se desarrolla en Lisboa. Se trata de una comedia de enredo, excesivamente intrincada en sus primeros compases, que al final se resuelve por una vía  previsible y que nos habla de la libre elección del marido.

La Margarita del Tajo que dio nombre a Santarem (publicada en el siglo XVII, en las mismas condiciones de imprecisión editorial que las dos piezas anteriores) es también una comedia en tres jornadas, en verso polimétrico, cuya acción transcurre en la ciudad de Nabancia, en diversos espacios interiores y en las orillas del Tajo, constituye un buen modelo de la comedia de santos y en ocasiones de capa y espada que tan en boga estuvo durante el Siglo de Oro.

Es un teatro típicamente barroco, de corte calderoniano, donde se mezclan los recursos y argumentos propios de la comedia de enredo, con la intervención de poderosas fuerzas sobrenaturales. La influencia de Calderón
 no queda reducida al ámbito temático, ya que el lenguaje empleado por la dramaturga portuguesa sigue la enorme complejidad sintáctica y retórica que está presente en el teatro del genio madrileño.
 
 
Representación del auto La Divina Filote, de Calderón de la
 Barca ante la Casa Consistorial de Madrid en 1681. Joaquín
Muñoz de Morillejo. 1918. Museo de Historia de Madrid.
Fuente: Mª José Mesa Villalba.
 
En sus obras, además de la influencia calderoniana, asoma su amor patrio. Así en la Comedia famosa del muerto disimulado, hace decir a Jacinta: "Lisboa, en esta Corte, ventaja de las Cortes de la Europa". Y, más adelante atestigua Papagayo:

Todo en Liboa es gallardo,
pues no ha visto cosa boa,
según lo afirma el adagio,
el que no ha visto Lisboa.

También deja asomar el sentimiento de saudade, a través de Jacinta:
 




                                        Con esto nos despedimos,
                                    si él saudoso, yo más saudosa;
                                 que es cierto que a quien se queda
                                        más las saudades ahogan.


ESCENARIOS Y ACTRICES

Las obras escritas y representadas para la Casa Real se escenificaban dentro de los recintos palaciegos, sin necesidad de tener que salir al exterior. El Alcázar de los Austrias contaba   desde 1623 con el Salón de Comedias, situado detrás del Salón de los Espejos, utilizado para las recepciones.


El salón dorado del Alcázar de Madrid y boca de escenario.
Francisco Herrera el Mozo. Osterreichische Nationalbibliothek.

Entre 1630 y 1640 el Salón de Comedias se remodela como Salón Dorado coincidiendo también con la inauguración del Coliseo del Buen Retiro.

Planta del coliseo del Buen Retiro.
 
Por aquella fechas María Inés Calderón, la Calderona, era la actriz más afamada de la época. Amante del rey y madre de D. Juan José de Austria, es muy probable que encarnase a Jacinta o representara con éxito cualquier otro personaje escrito por nuestra dramaturga portuguesa Ángela de Acevedo.
 
Alegoría de la vanidad. Supuesto retrato de la Calderona. Anónimo. Monasterio de las Descalzas Reales.



Fuente imagen Salón Dorado:

Bibliografía Primaria General del Teatro de Bances Candamo. J. E. Duarte, B. Oteiza, J. M. Escudero,
A. Baraibar.

11 comentarios:

  1. Hola Antonio, tu blog tiene la particularidad de que siempre me descubre cosas, interesantes, y bonitas.
    Me encanta tu habilidad para destacar personajes femeninos de nuestra historia compartida, en este caso una escritora.
    Saludos y abrazos

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    1. Hola Mercedes, me alegro un montón de que te guste. Estos personajes femeninos son muy agradecidos porque se salen de las "normas" establecidas de su época.
      Gracias y abrazos.

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  2. Hola Antonio:
    Un reportaje magnífico. Me has descubierto un montón de cosas nuevas, empezando por las imágenes (como el cuadro de Herrera el Mozo del Salón Dorado o el supuesto retrato de la Calderona). Pero el relato en sí mismo es fascinante: comienzas con un viaje real, nos descubres la arquitectura efímera, los fastos barrocos, el esplendor de la Corte, el teatro calderoniano... Demasiado!!

    Muchas gracias y un abrazo, Jesús

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    1. Hola Jesús:
      Gracias por el análisis, impecable como siempre. Quería reflejar cómo el teatro estaba presente en muchos aspectos de la vida en esa época. Y en el fondo lo parecida que es a la actual.
      A propósito de la arquitectura efímera, encontré un artículo tuyo del que hay un enlace (que se ve poco).
      Gracias de nuevo y un abrazo.

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  3. Hola Antonio:
    Perdóname. ¡¡Qué despiste!! Muchas gracias por el enlace, aunque, sin duda alguna, tú has mejorado el tema. Un abrazo, Jesús

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    1. Nada que agradecer, Jesús. Como te comenté en ese artículo tuyo, la tesis ya está hecha pero aún así el tema es fascinante. Encontrar fotos de arcos triunfales en 1875 ¡hace ná! es increible.
      Asi entre todos vamos ampliando el conocimiento de nuestra gran ciudad.
      Un abrazo.

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  4. Eres un monstruo Antonio, con perdón. ¡Cómo te lo curras!
    Me estás descubriendo retazos de historia que, hoy por hoy, no se me hubiera ocurrido indagar. Menos mal, porque tu me la cuentas de maravilla y, además, con "cromos", otra vez perdón, que son todo un lujazo.
    Gracias profe y un abrazo.

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    1. Bueno bueno, lo de monstruo te lo perdono, Manuel. Lo de los "cromos" no tanto. Ahora en serio, te agradezco mucho lo que dices. A veces, el artículo va evolucionando gracias a esos cromos que, como si de hijos se tratara, unos son buscados y otros llegan por sorpresa, jeje.
      Tu si que eres profe de muchas cosas, empezando por la fotografía.
      Gracias a ti y un abrazo.

      P.d. ¿Sabes de algún concurso de fotografia al que se pueda presentar mi hija? Tiene madera y fotos muuuuy buenas (y no es pasión de padre).

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  5. Salud Antonio,
    Te paso un enlace con un buen menú de concursos. La ardua tarea de leerse las bases queda para tu fotógrafa preferida...y no me mientas, la pasión de padre "te se" sale a chorros.
    A ver si hay suerte y te sale una nueva Candida Höfer.
    Un abrazo.

    http://www.concursosdefotografia.com/index.php?option=com_sectionex&view=category&id=5&Itemid=80

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    1. Muchas gracias Manuel, he echado un vistazo y hay "p'aburrir".
      Para ir abriendo boca, hoy vamos a ver la de Imogen Cunningham que parece estupenda y coincide con los contenidos del cursillo que hace mi hija (efectivamete, cae baba).
      Me identifico bastante con el estilo y temática de Cándida Höfer (a quien no conocia y perdón por mi ignorancia).
      Gracias por todo y un abrazo.

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