Valle-Inclán, Rubén Darío y detrás, Leal da Câmara. Fuente: Juan Manuel González Martel |
En el anterior artículo nos hacíamos eco de la buena amistad entre Valle-Inclán y el recién llegado a Madrid y autoexiliado ilustrador portugués Leal da Câmara y del episodio que marcó a ambos haciendo correr ríos de tinta y animando tertulias de café durante años.
En la fotografía que encabeza el segundo artículo sobre Leal vemos a un joven Valle, queremos creer que haciéndose el dormido en original pose, Rubén Darío y Leal da Câmara apoyando su mano derecha en el hombro de su amigo nicaragüense. Fue tomada por Company en abril de 1899, tres meses antes del famoso episodio, y es el único testimonio gráfico de la amistad entre estos personajes.
LA FOTOGRAFÍA DEL MODERNISMO ESPAÑOL
Fue tomada con motivo de la comida en honor al cronista guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, que residía en París como cónsul de su país, organizada por la revista La Vida Literaria y preparada por Leal da Câmara en sus últimos detalles, con ilustraciones en la invitación y el menú. La comida fue servida en el restaurante Niza de la Bombilla.
En ella se pueden ver retratados hasta veinticinco comensales, entre ellos, Loma, Sawa (personificado posteriormente en el Max Estrella valleinclaniano de Luces de Bohemia), Darío, Paso, Valle-Inclán, Benavente, Rodil, Martínez Espada, Company, Zulueta, Casado, Suarez, Orts-Ramos, Leal da Câmara, Bargiela, Minguez...
Sobre la pared del fondo podemos apreciar caricaturas de Leal da Câmara y alguna portada de La Vida Literaria, organizadora del encuentro.
AMISTAD CON RUBÉN DARÍO
Leal da Câmara conoció a Rubén Darío en 1899, desde las primeras semanas de la segunda estancia de este en Madrid y donde residiría hasta 1900 como corresponsal de La Nación, de Buenos Aires. Empezaron a tratarse cordialmente al coincidir en las redacciones de la ya mencionada La Vida Literaria, El Álbum de Madrid y Madrid Cómico, así como en los cafés de la Puerta del Sol. La cita que Rubén Darío hizo del artista portugués en La Nación fue el primer elogio que se publicó sobre él fuera de Portugal. Su amistad continuaría en París a partir de 1900. La fotografía del homenaje a Gómez Carrillo, también amigo de Rubén Darío, es una buena prueba gráfica de dicha amistad.
Tras el conocido encontronazo en la Castellana que se produjo pocos meses más tarde entre Leal da Câmara y López del Castillo y después de haber recibido la carta de los padrinos del ofendido, Leal no dudó en acudir a su nuevo amigo Rubén Darío a quien, por su edad, prestigio y su misma condición de extranjero, pidió sus consejos.
EL RETRATO DE RUBÉN DARÍO
En 1902 Leal da Câmara realiza en París un óleo del poeta nicaragüense, poco antes de ser nombrado cónsul de su país, en el límite entre el retrato y la caricatura basado e bocetos realizados en la anterior época madrileña de 1899 a 1900. Es una caricaturización sin prejuicios del amigo poeta, con rasgos naturalistas que reflejan su mestizaje, su rotunda figura de aire indoamericano.
Retrato de Rubén Darío por Leal da Câmara. Casa Museo del pintor. Rinchoa. Portugal. |
En 1920 Valle-Inclán publicó Luces de bohemia donde incluía una caricaturización literaria de Rubén Darío puesta en boca de Don Latino de Hispalis y en las acotaciones de la escena novena del esperpento situada en el Café Colón. Leal da Câmara se adelantó a Valle-Inclán casi dos décadas al caricaturizarle captando la encarnadura física que encerraba la sensibilidad lírica más poderosa del mundo hispánico y padre del modernismo.
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FUENTE:
El retrato de Rubén Darío por Tomás Julio Leal da Câmara. Una amistad lusoamericana apenas recordada. Juan Manuel González Martel.
Interesantísimo, Antonio, y como ya te dije, reflejas una época y ambiente muy sugerentes.
ResponderEliminarMe ha encantado la primera foto, claro. Es fantástica.
Saludos!
Gracias Mercedes,
ResponderEliminarLa foto tiene su gracia. Primero por ver la imagen de un Valle-Inclán joven muy distinto del que estamos acostumbrados a ver de larga barba y cabello cano y segundo por estar haciendo el "ganso" de esa manera en medio de la foto.
Un abrazo.
Hola Antonio:
ResponderEliminarNo habría reconocido nunca a Valle-Inclán en esa foto. Es genial y esa pose, haciéndose el dormido...! Desde luego, Leal da Câmara aterrizó en un Madrid esplendoroso, al menos desde el punto de vista cultural. Y también aparece ese Madrid modernista, que siempre obviamos por la escasa huella arquitectónica, pero que fue muy fuerte en las letras y la ilustración.
Un cierre estupendo. Un abrazo, Jesús
Hola Jesús,
EliminarGracias por el comentario pero aún me queda material para una tercera entrega. Espero no ser muy pesado pero creo que gustará. Totalmente de acuerdo en la escasa presencia del modernismo en la arquitectura madrileña. El fuerte academicismo imperante en esa época frenó la entrada de la nueva estética excepto en contados arquitectos y, claro está, en el levante español.
Un abrazo.
Hola Antonio. Disculpa mi despiste. Estoy seguro de que la próxima entrega nos descubrirá cosas muy interesantes. Un abrazo!!!
ResponderEliminarHola Antonio,
ResponderEliminarRealmente curiosa esa primera instantánea con un Valle hecho un pipiolo. Cuesta imaginar que don Ramón pasó también por la etapa juvenil.
Con sus más y sus menos, es una época que me hubiera gusta vivir. Siempre he sido un poco bohemio...pero sin luces.
Como bien decís, modernismo poco, sí, ¡pero de qué calidad!
Enhorabuena por los dos artículos que, seguro, superará un tercero.
Un abrazo.
Hola Manuel, muchas gracias.
EliminarEn lo relativo a las luces, discrepo energicamente. Tus entradas, el lenguaje e ironía de tus comentarios muestran todo lo contrario, mucha luz. Gracias por estar ahí.
Un abrazo.