viernes, 20 de julio de 2012

Manuel Cortizos de Villasante

Los años posteriores a la secesión portuguesa de 1640 no fueron precisamente fáciles para los portugueses naturales de aquella nación que aquí estaban ni para los nacidos en España, sobre todo a partir de 1643. En enero de ese año Felipe IV concedió licencia para retirarse de sus funciones al conde duque de Olivares.


Retrato ecuestre de Felipe IV.
Velazquez. Museo del Prado

Con el conde duque alejado de la política, los cristianos nuevos quedaban sin protección a merced del conservadurismo ancestral que iba a dirigir nuevamente el país. Su política de reformas y relativa tolerancia no le sobrevivió.

Con sus limitaciones, la suya fue una política más práctica, abierta y por lo tanto más libre de prejuicios raciales -posiblemente por sus antecedentes judíos- que la del resto de los españoles y más acorde con los aires que soplaban en Europa impulsando el cambio.



Retrato ecuestre del conde duque de Olivares.
Velazquez. Museo del Prado

A partir de entonces triunfó el partido opositor inmovilista nobiliario que, por su propio nombre, no necesita más presentaciones y el cual representó un duro golpe para una burguesía activa como era la comunidad de cristianos nuevos portugueses que sería más estrictamente perseguida.

Entre 1640 y 1669 fueron juzgados por delito de judaísmo sólo en el Tribunal de Sevilla 441 portugueses, estando entre ellos los más ricos e influyentes hombres de negocios. Pero al portugués más poderoso de España, Manuel Cortizos de Villasante, pese a estar denunciado por judaizante, la Inquisición no llegó nunca a incomodar. Personaje de gran interés para Pessoas en Madrid y vamos a ver porqué.

Manuel Cortizos de Villasante fue asentista, financiero y llegó a tener oficio municipal en Madrid, Toro y Zamora. Uno de sus mayores momentos de gloria le llegó con motivo de la falta de dinero que el ejercito de Felipe IV tenía para combatir la sublebación de Cataluña. El rey escribió desde Zaragoza a la reina, Isabel de Borbón, 
encargándola aplicase toda su fuerza y conducta para juntar lo más que pudiese. 


Retrato ecuestre Isabel de Borbón y Médicis.
Velazquez. Museo del Prado

La reina metió en un cofre de plata todas sus joyas y acompañada de su valido el conde de Castrillo se dirigió en persona a casa de Manuel Cortizos de Villasante. Le ofreció las joyas a cambio de ochocientos mil escudos para podérselos enviar al rey. Cortizos quedó tan conmovido por la humanidad de la reina y tan honrado por el honor de haber pisado su casa que, arrodillándose dijo:

Señora, mi vida, mi honra y mi hacienda, todo es de V.M. ¿Qué joya de más precio ni qué recompensa de más valor, que el haber visto toda la Corte que V.M. ha venido a esta casa?  Vuelva V.M. a Palacio que yo voy en seguimiento suyo.

Y así lo hizo, llevando los ochocientos mil escudos que la reina envió a Zaragoza, recomendando al rey para que honrase a Cortizos por el gran sevicio prestado.

Poco tiempo después, el 2 de junio de 1642 Manuel Cortizos de Villasante sufrió un sonado robo en su casa situada en la calle Ancha de los Peligros, hoy calle Sevilla. Una noche en la que  Cortizos no se encontraba en casa, unos ladrones decidieron desvalijar todos los bienes que en ella había. Para poder entrar en la casa necesitaban arrancar una reja recibida en el muro, con lo que harían mucho ruido. A pesar de ello se las ingeniaron para no despertar a los vecinos. Pusieron dos coches corriendo durante toda la noche, dando vueltas a la manzana. Así consiguieron que el ruido provocado por los caballos disimulase los golpes que los ladrones tenían que dar para sacar la maldita reja. Entraron y desvalijaron todo lo que encontraron de valor, que sería mucho.

Pero el personaje nos interesa especialmente porque fue un destacado constructor y el promotor, entre otros edificios, de la Ermita de San Antonio de los Portugueses (situada en la glorieta donde hoy se encuentra la estatua al Ángel Caído en el parque del Retiro) y que trataremos en el próximo artículo como final de la serie dedicada a San Antonio de Lisboa y Padua.


Ermita de San Antonio de los Portugueses en el plano de Teixeira


Bibliografía:

¿Judíos o Cristianos?. Victoria González de Caldas. Universidad de Sevilla. 2004
Semanario erudito. Tomo Tercero. Antonio Valladares de Sotomayor. Madrid. 1787

6 comentarios:

  1. Hola Antonio, tienes una facilidad asombrosa para descubrir personajes. Es muy interesante lo que cuentas en este post, por supuesto desconocía la historia, y ¡claro!, hay otro San Antonio de los Portugueses, la ermita en el Retiro... estoy deseando leer esa tercera entrega.
    ¡Feliz domingo!

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    1. Hola Mercedes,
      El personaje es singular y muy actual. Parece que con su dinero se ganó los favores de un rey falto de liquidez y toreó hasta la Inquisición. ¡Felíz domingo para tí también!

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  2. Hola Antonio:
    Coincido con Mercedes, el personaje que nos traes no puede ser más interesante. Si en esta faceta que nos narras se le acumulan las anécdotas, imagino que, como promotor y constructor, tendrá aún historias más suculentas. Sobre todo estando detrás de un edificio tan hermoso como San Antonio de los Portugueses.

    Un abrazo, Jesús

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    1. Hola Jesús, por lo que ido leyendo se trata más de un financiero que de un constructor, dedicado a la especulación financiera. Oficio antiguo y mal de nuestros días, por lo menos construyó algo tangible como esa importante ermita desaparecida.
      Gracias por el comentario y un abrazo

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  3. Felicidades por el blog. Es muy bueno.

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    1. Hola anónimo, gracias por tus palabras y bienvenido al blog.
      Saludos

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