martes, 15 de abril de 2014

El azulejo. Tapices cerámicos de Portugal


Los azulejos encargados por D. Teodósio I, V duque de Bragança

Desde el siglo XVI hasta hoy, el arte de revestir los espacios arquitectónicos con azulejos se desarrolló de manera original en Portugal, alcanzando el estatus de Arte, y constituyendo una de las más originales contribuciones de los portugueses a la Cultura Universal.

A lo largo de la historia portuguesa, el azulejo fue el soporte donde quedaron registrados los diferentes imaginarios del país, desde los provenientes de culturas remotas con las que contactaron a lo largo de sus viajes marítimos en la época de los descubrimientos, hasta los diferentes estilos internacionales por los que se vieron influenciados.

La Real Fábrica de Tapices de Madrid ofreció en el año 2007 la exposición titulada Tapices cerámicos de Portugal. El azulejo del siglo XVI al siglo XX, integrada en la V Mostra Portuguesa, donde se hizo un recorrido por cinco siglos de historia de una de las expresiones más importantes de la cultura artística portuguesa. La muestra estuvo compuesta por 48 piezas que explicaban la evolución de técnicas, aplicaciones decorativas, arquitectónicas, los cambios de temas y de discursos en los azulejos a través del tiempo.

El comisario de la exposición Paulo Henriques, quien estuvo acompañado por el Consejero de Cultura de la Embajada de Portugal, Joao de Melo, y por la directora de la Real Fábrica de Tapices, María Dolores Asensi, afirmó que el arte en los azulejos daba tanta libertad a los artistas que allí fue donde mejor se plasmó el imaginario portugués.



El recorrido empezaba en el siglo XVI, cuando Portugal importaba azulejos del sur de España (Sevilla) a petición de catedrales (como la de Coimbra) y de nobles (como los Duques de Braganza) que recibían esas piezas influenciadas por la presencia árabe en la Península Ibérica.

A finales del siglo XVI e inicios del XVII, con producción ya en Lisboa, las iglesias se cubrieron de azulejos de repetición de color liso que, al alternarse, creaban mallas decorativas en las paredes.






Una de las estéticas más conocidas de los azulejos de Portugal afloró en el siglo XVIII, son aquellos pintados en azul cobalto sobre fondo blanco, una influencia de los holandeses que llegaron al país entre 1670 y 1715.


Iglesia de Santa Cruz. Coimbra. Foto: elguisanteverdeproject. 

Sin embargo, el cambio del gusto artístico de los artesanos con el tiempo, notable sobre todo en las molduras, agregó a las piezas también una función narrativa, además de influencias del Rococó, del Neoclásico y nuevos mercados, como Brasil.


Fuente: Universidad de Sevilla.
Con el protagonismo otorgado a los azulejos de repetición de los siglos XVI y XVII, se pretendía identificar la filiación textil de estas producciones cerámicas, del mismo modo que al mirar los azulejos del siglo XVIII se trataba de evidenciar una función suntuaria y figurativa del azulejo, que asumió con frecuencia los esquemas de composición de las tapicerías y que en Portugal sirvieron en ocasiones como elemento sustitutivo del propio tapiz.


Frontal de altar. Lisboa, siglo XVII.

Ya en el siglo XIX los azulejos ganaron las fachadas de los edificios, asumieron la identidad urbana con técnicas semi-industriales e industriales, sin embargo, seguían el objetivo de transmitir ideas, como la creencia en el progreso, según explicó el comisario de la exposición.


Fachada en el Chiado.

La influencia modernista llegó con el siglo XX; de ahí los azulejos pasaron a retratar una Lisboa actual, como la de Paolo Ferreira, producida para la Exposición Internacional de París de 1937, la misma que albergó el Guernica de Picasso.



Paolo Ferreira (1911-1999).
La muestra concluía con la importancia que estos tapices cerámicos mantienen en el panorama actual, estimulada por los artistas plásticos de hoy.

António Dacosta. Estación de metro de Cais do Sodre. Lisboa.
Foto: Fernando Correia de Oliveira.


Fernando Pessoa, por Almada Negreiros. Foto: Museo del Azulejo.







FUENTES.
Real Fábrica de Tapices de Madrid
Museo Nacional do Azulejo de Portugal
V Mostra Portuguesa















10 comentarios:

  1. Antonio, tengo retenidos en mi retina los "decorados" de El perro del hortelano, que dan a la película un sabor especial.
    Magnífica entrada, coronada con ese espectacular azulejo de Pessoa.
    Sigue, sigue

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Rafael, supongo que te refieres a esta imagen
      http://olhares.sapo.pt/palacio-marques-de-fronteira-lisboa-ix-foto3315142.html
      Efectivamente, la gran Pilar Miró consiguió una película sublime en decorados naturales y pocos medios. Estaban los palacios del marqués de Fronteira (imagen), la ría del palacio de Queluz y el palacio nacional de Sintra.
      Muchas gracias y un abrazo

      Eliminar
  2. Maravilloso post Antonio, como la cerámica portuguesa. ¡Qué pena no haber visitado esa expo en la Fábrica de Tapices! con lo que me gusta la cerámica...
    Además del texto, las fotos, preciosas.
    Abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Mercedes.
      Tenía este post esbozado y guardado en borradores y realmente es un tema muy agradecido. La exposición fue estupenda y la comparación con tejido y el tapiz es muy acertada.
      Un abrazo y buena Semana Santa.

      Eliminar
  3. Una maravilla!! Sin duda, los azulejos se han convertido en uno de los mejores embajadores de la cultura portuguesa. Me gusta comprobar como siguen utilizándose hoy en día, en estaciones de metro, en todo tipo de edificios... y que siguen siendo un modo de expresión de primer orden para las nuevas generaciones de artistas.

    Un abrazo y que pases una Semana Santa estupenda, Jesús

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Jesús. El azulejo portugués es una identidad y todo un arte. Guardo como una reliquia un trozo del XVII que encontré entre escombros de una obra sobre un monasterio de Évora ¡Hay tanto por descubrir!
      Y como bien dices, la tradición continua totalmente renovada entre los artistas jóvenes.
      Una buena Semana Santa para ti también.
      Un abrazo

      Eliminar
  4. ¡Qué post tan bonito, Antonio!
    Hay que reconocer que en cuestión de azulejería, Portugal fue una gran maestra. Solo hay que darse un paseo por el casco antiguo de cualquier ciudad portuguesa, y por lo que muestras, también en el remozado metro lisboeta. ¡Qué maravilla de colores!
    Felices vacaciones de Semana Santa.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Manuel. Tienes razón en lo de cualquier casco antiguo. Si tuvieras que hacer un Lisbo@ hacia arriba sería tortícolis asegurada ;)
      Por otro lado en esos interiores forrados en blanco y azul se pierde la referencia espacial y se tiene una sensación casi mágica.
      Felices vacaciones de Semana Santa para ti también y un abrazo

      Eliminar
  5. Buenos días, Antonio:
    ¡ Estupendo post dedicado al Arte con mayúsculas del Azulejo en Portugal !. Nos enseñas en tan breve espacio una variada muestra de temas, estilos y épocas muy representativa.
    Algunos madrileñitos que hayan decidido pasar allí estos días estarán en cualquier lugar de Portugal deslumbrándose con la luz que reflejan estos azulejos y pisando la calcada portuguesa que, al fin y al cabo, es la derivación pedestre, a ras del suelo, del mismo arte ¿ no ?.
    ( ¡ Esto no sé qué es si envidia o saudade ! ).
    Te deseamos una feliz Semana Santa.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Teresa.
      Está muy bien definido: la "calçada à portuguesa" es la transposición de la azulejería al plano horizontal. Desde luego que es un arte pero yo, si fuera un alcalde luso, incorporaría algo de rugosidad en las cuestas y las zonas especialmente desgastadas por el tiempo. Llueva o no llueva son auténticas pistas de patinaje y confieso que, en mi caso, es pura envidia porque no hay comparación posible con el baldosín hidráulico gris del ayuntamiento de Madrid.
      Feliz Semana Santa para vosotros también.
      Abrazos

      Eliminar