miércoles, 18 de septiembre de 2013

Manuel Pereira (I)

 


 
 

 
 
 
 

"¡Ay! ¡Pobre Yorick! ¿Qué se hicieron de tus burlas, tus brincos, tus cantares y aquellos chistes que animaban la mesa con alegre estrépito? Ahora, falto ya de músculos, ni puedes reírte de tu propia deformidad...".

 
 
 
 
Esta es la reflexión sobre la muerte y el paso del tiempo que William Shakespeare pone en boca de Hamlet, príncipe de Dinamarca, cuando a la vuelta de su destierro en Inglaterra se informa de la muerte de Yorick, bufón de la corte y amigo de infancia. Hamlet la pronuncia sosteniendo en la mano la calavera que acaba de sacar de la tumba de su amigo.
 
En 1652, medio siglo después de ser escrita esta pieza, el rey Felipe IV, con cuarenta y siete años de edad y quizás algo cansado de una vida repleta de excesos, haría una reflexión similar a la de Hamlet. Pensaría ya en la fugacidad de la vida al ordenar al cochero que aminorase la marcha cuando pasaba ante la fachada de la Hospedería del Paular de la madrileña Calle de Alcalá.
 
 
Localización de la Hospedería del Paular en la calle de
Alcalá esquina con Los Peligros (hoy calle de Sevilla)
en el plano de Teixeira. 1656.
 
Al rey le gustaba admirar con detalle la escultura de San Bruno que había labrado en piedra quien hoy se considera mejor escultor de su época y al que admiraba, el portugués afincado en Madrid, Manuel Pereira. Había llegado a sus oídos lo que la gente decía de este San Bruno, que "no habla porque es cartujo".
 
 

 



San Bruno. Escultura en piedra de Manuel Pereira.
Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Fotos: Pessoas en Madrid
 
Pero el rey sabía que esa frase la había pronunciado él mismo diecisiete años antes mientras contemplaba, absorto, el otro San Bruno en madera que Pereira hizo en su taller de la calle Cantarranas (actual Lope de Vega) por encargo del cardenal Zapata para la Cartuja de Miraflores de Burgos.
 
En aquella ocasión permaneció en un prolongado silencio rodeado de algunos cortesanos hasta que el más adulador de ellos, conocedor de la admiración que el rey tenía por el escultor, se le acercó susurrando: "No le falta más que hablar". El rey salió de su ensimismamiento  diciendo: "Si pudiera no lo haría porque es cartujo".
 
 
San Bruno. Escultura en madera policromada de Manuel Pereira.
Cartuja de Miraflores. Burgos. Foto: Palios
 
 
No es casual que comencemos este artículo con la imagen de tres de los mejores actores de la escena británica de todos los tiempos que han dado vida a Hamlet (L. Olivier, D. Jacobi y K. Branagh). Vienen a nuestras páginas para reforzar la idea de que hablar de Manuel Pereira (Oporto, 1588 - Madrid, 1683) es hablar de uno de los grandes  escultores barrocos de la península junto a Gregório Fernández y Martínez Montañés, siendo su concepto de teatralidad completamente diferente a la de éstos últimos.
 
Sus obras se extendieron por toda la península ibérica, localizándose en Alcalá de Henares, Amorebieta, Ávila, Bemfica, Burgos, Loeches, Longares, Madrid, Martín Muñoz de las Posadas, Murcia, Pamplona, Salamanca, Segovia, Sevilla, Soria y Torrejón de Velasco. Como iremos viendo, muchas de ellas desaparecieron al comienzo de la Guerra Civil.
 
Llegó a ser el representante madrileño de la escuela castellana de escultura naturalista del siglo XVII. Su estilo está marcado por un naturalismo sin afectación, arrogante en su apostura, esbelto y elegante, cuya repercusión llegó hasta el siglo XVIII. Su realismo  aglutina la finura andaluza de Martínez Montañés y el misticismo castellano de Gregorio Fernández. Supo fusionar con habilidad el realismo dramático tan del gusto español con la dulzura del arte portugués, pero huyendo siempre del gusto por el histrionismo y del pathos exacerbado.
 
¿Cómo llega a Madrid? Se sabe que nació en Oporto en 1588, hijo de André Gomes Pereira y de Guiomar de Resende pero se desconocen todos los datos relativos a su formación. Se cree que pudo formarse en Italia y en Valladolid ya que a partir de 1600 consta su presencia en los ambientes de una recién estrenada corte de Felipe III y posteriormente en la de Felipe IV donde ya permanecería trabajando hasta su muerte.
 
Su primera obra conocida está documentada en 1624, tres años después de la subida al trono de Felipe IV, cuando llega a Alcalá de Henares para realizar las esculturas de la fachada de la iglesia levantada por la Compañía de Jesús (actual iglesia de Santa María).
 
 
Foto: Pessoas en Madrid
 
 
Un año después contraería matrimonio en Madrid con María González de Estrada, madre de sus dos hijos y fallecida en 1639. Para esa fachada representó en piedra a San Ignacio, San Francisco Javier, San Pedro y San Pablo.


San Ignacio de Loyola

San Francisco Javier

San Pedro

San Pablo
Fotos: Pessoas en Madrid
 
 
En 1634 realizó para el retablo Mayor de este templo junto con el escultor Bernabé de Contreras, por 800 ducados, las esculturas dedicadas a San Ignacio de Loyola, Santa Catalina mártir, San Francisco Javier, Santa Inés, San Pedro, San Esteban, San Pablo y San Lorenzo. Todas ellas se perdieron en 1936.
 
Para el Convento Cisterciense de San Bernardo (Madres Bernardas) de Alcalá realizó en 1626 un San Bernardo ensimismado en la lectura, labrado en piedra, para la fachada del templo.
 
 
San Bernardo
 
San Bernardo. Detalle.
Fotos: Pessoas en Madrid
 
 
Y para el Colegio de Santo Tomás de Aquino (Padres Dominicos) de Alcalá talló en 1638 una Virgen del Rosario con el Niño, encargo de Francisco de Oviedo por 300 ducados, actualmente desaparecida.
 
Ya en Loeches labró en piedra hacia 1646 las esculturas de Santo Domingo y Santa Catalina de Siena para la iglesia del monasterio de la Inmaculada Concepción (Madres Dominicas), por encargo de la duquesa de San Lúcar, viuda del Conde-duque de Olivares. Dicho Monasterio alberga el panteón de la Casa de Alba.
 
En Torrejón de Velasco recibió el encargo de ocho esculturas en 1661 para la iglesia de San Esteban, de las que sólo pudo terminar las de San Pedro y San Pablo debido a una enfermedad. Las otras seis (San Juan Bautista, San Juan Evangelista y cuatro Doctores de la iglesia) fueron realizadas por su discípulo Manuel Correa. Todas ellas desaparecieron en 1936.
 
Su obra en la capital del reino fue muy extensa, si bien quedó también muy mermada después de la Guerra Civil como veremos en la siguiente entrega.
 
 
 
 
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BIBLIOGRAFÍA:
 
DOMUS PUCELAE. J. M. Travieso.
lahornacina.com, Semblanzas. 
 
 
 
P. D.
 
A mi padre, quien nos dejó inesperada y plácidamente este domingo tras cerrar este primer artículo de Pereira.
 
IN MEMORIAM 


12 comentarios:

  1. Hola Antonio:

    Sabemos que has ido postergando la figura de Pereira hasta reunir la suficiente documentación y la verdad es que la espera ha merecido la pena. Ya lo creo.

    ¡Menuda entrada! Nos deleitas con una prosa novelada, digna de la mejor novela histórica, haciendo un paralelismo entre el Hamlet, de Shakespeare, y el San Bruno, de Pereira, con el que se plantean varias incógnitas. ¿Conocería Pereira la obra del británico? ¿Conocerían los actores británicos que citas la obra del portugués?

    Continúas con unas bellísimas fotografías (enhorabuena) y entras de lleno en la biografía de este soberbio artista, tan maltratado por el devenir histórico, especialmente durante la Guerra Civil.

    Me quito el sombrero, felicidades.

    Un abrazo, Jesús

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    1. Hola Jesús,
      Muchas gracias por tus palabras, como siempre muy generosas. Planteas, en efecto, una cuestión muy importante en la historia del arte como es el de las influencias. Se me ocurre otra incógnita. ¿Conocería Shakespeare las diferentes iconografías de San Bruno?
      Un abrazo.

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  2. Antonio, he leído admirada tu artículo, tan original, completo y con bellas fotografías, como era de esperar, te felicito.
    Pero al llegar al final me he quedado helada... lo siento mucho, estimado amigo.
    Un abrazo, con todo mi cariño.

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    1. Gracias Mercedes. Gracias de verdad. Fui cerrando el artículo en los largos ratos del hospital acompañando a mi padre, hasta que una complicación se lo llevó. Debido al Alzheimer que padecía desde hace muchos años, nunca leyó nada mío pero ahora estoy seguro de que ya lo ha hecho.
      Un abrazo

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  3. Hola Antonio:
    No me había dado cuenta de la parte final. Lo siento mucho. Un abrazo con todo mi afecto, de todo corazón!

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  4. Hola Antonio,
    Sentimos la pérdida de tu padre.
    A partir de ahora cuando pasemos por la Iglesia de Santa María además de recordar a mi padre recordaremos al de Antonio, que con certeza era una buena persona como su hijo.
    Dos abrazos.

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    1. Hola Teresa,
      Muchas gracias por tus bonitas palabras, son muy reconfortantes.
      ¿Cuál es la iglesia de Santa María a la que te refieres? ¿La Almudena?
      Un fuerte abrazo para los dos.

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  5. Antonio, la actual iglesia de Santa María en Alcalá de Henares...tengo una relación muy personal con la ciudad Complutense.
    Un abrazo.

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    1. Perdona Teresa, cómo tendré la cabeza que había escrito el nombre de la iglesia yo mismo y ya no lo asociaba.
      Un abrazo

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    2. Antonio,
      lo que me admira es que tuvieras la cabeza para expresar la esencia de la obra de Manuel Pereira en estas esculturas y relacionarla con Hamlet...en esos días.¡ Te has puesto el listón muy, pero que muy alto, para la segunda parte!.
      Yo sí que tengo que pedir perdón por desconocer que estas magníficas obras eran de un portugués.
      Ánimo, queremos saber más de Pereira.
      Un abrazo.

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    3. Gracias por los ánimos Teresa, vamos a ver que sale. Yo me enteré de su obra hace pocos años, a raíz de un excelente artículo de Mercedes Gómez en su imprescindible "Arte en Madrid" http://artedemadrid.wordpress.com/2009/10/11/san-bruno-en-la-calle-de-alcala/
      Como bien sabe ella, fue a raíz de ese artículo que se gestó la idea de hacer "Pessoas en Madrid".
      Un abrazo.

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