miércoles, 12 de septiembre de 2012

Bárbara de Braganza, del monasterio de Mafra al de Las Salesas Reales. (II)



La familia de Felipe V. Louis Michel Van Loo. 1743.
Museo del Prado

En el magnífico retrato de la familia de Felipe V pintado por Van Loo, la protagonista absoluta es la reina consorte Isabel de Farnesio, no el rey. No solo se sitúa en el centro de la escena sino que apoya uno de sus brazos sobre la corona real, se sienta cómodamente en un cojín de terciopelo carmesí en el que están bordados con hilo de oro castillos y leones y viste el manto forrado de armiño, todos ellos símbolos del poder.



A la izquierda del cuadro, desde el eje central que ella marca, se sitúa el anciano rey que mira hacia el lado de ella, con su breve familia, mientras que en el lado opuesto recae el peso de la composición con un gran despliegue de retratos de los propios hijos de la reina y una fastuosa decoración barroca con ecos musicales de fondo.

Bárbara de Braganza, sentada a la izquierda junto a su marido Fernando, parece querer mirar para otro lado. Y no le faltaba razón.




Fernando se dio cuenta pronto de que la mujer que tenía a su lado le daba todo lo que hasta entonces le había faltado, afecto, seguridad y conocimientos más amplios. El gran ascendente que Bárbara comenzó a ejercer en Fernando provocó la desconfianza de la reina a la que hay que añadir su envídia y antipatía previas.

Desde la boda de los príncipes en 1729 hasta la muerte del rey en 1746, vivieron bajo la permanente vigilancia de espías y excluidos de los asuntos del gobierno. Estuvieron prácticamente recluidos en el palacete de la Casa de Campo hasta que los reyes decidieron en 1734 trasladar la corte desde el palacio del Buen Retiro al de La Granja de San Ildefonso.


Vista del Palacio de la Casa de Campo.
Los príncipes aprovecharon la ocasión para trasladarse al Buen Retiro donde crearon una pequeña corte de fieles. Bárbara interpretaba a diario música de cámara para clave compuesta por ella misma y corregida por su viejo maestro Scarlatti que la acompañó a Madrid. De acuerdo con el espíritu iluminista de la época, se dedicaba también a la edición e impresión de libros, para lo cual hizo instalar una imprenta en el palacio.



Vista del Palacio del Buen Retiro.

En la Navidad de 1734 un incendio destruye por completo el antiguo Alcázar de Madrid. El incendio se originó en la habitación del pintor de cámara Jean Ranc, autor de los primeros retratos de la reina y de la princesa, quien por sufrir problemas de visión fue sustituido por Louis Michel Van Loo. El nuevo palacio mandado edificar por Felipe V sólo sería concluido después de la muerte de Bárbara y Fernando.


Vista del Palacio Real en la segunda mitad del siglo XVIII

Ante la política de ayudas del Estado a los hijos de Isabel en Italia, concentrando todos los recursos bélicos en aquella península para conquistar el reino de Nápoles y Sicilia, los príncipes de Asturias comenzaron a ser vistos como una esperanza por la vieja nobleza castellana y por los altos funcionarios que nunca vieron con buenos ojos las excentricidades de los reyes. Por iniciativa de Bárbara, discretamente fueron llegando a palacio informaciones sobre el funcionamiento del reino.

Por su parte Isabel de Farnesio, gran amante del canto, contrató a Carlo Broschi (Farinelli) un castrati napolitano con gran fama en Europa para intentar paliar la persistente melancolía del rey. Su alto registro de voz alcanzaba el de soprano-contratenor. Dicen que cuando el rey lo escuchó por primera vez en La Granja salió inmediatamente de la depresión que le postraba. Llegó a depender de él de una manera obsesiva.  


Retrato de Carlo Broschi,
por Corrado Gianquinto.

El 9 de Julio de 1746 muere Felipe V en La Granja. El nuevo rey Fernando VI pide a Bárbara que escriba a su padre D. João V de Portugal para que les aconseje sobre cómo actuar ante el desafío que se les presentaba. A pesar de las dudas iniciales, tienen ideas muy claras de por donde deben empezar a actuar:
1º. Cortar de raiz los enormes gastos militares al servicio de los intereses de la reina vuida en Italia.
2º. Reformar la Administración interna y racionalizar los recursos de la colonias.
3º. Aplicar las medidas del Iluminismo a la educación y a las artes.
(Medidas que siguen pareciendo acertadas y aplicables actualmente, casi tres siglos después).

El padre de Bárbara les aconseja  actuar con "reflexión y cautela" y a pesar de las precauciones tomadas, la reina viuda acusa a Bárbara de querer entregar la dirección del gobierno a Portugal. Es desmentida por el propio ministro de Asuntos Exteriores francés al afirmar que si el gobierno de España había sido italiano durante el reinado de Felipe V, ahora sería castellano y nacional.

El 10 de Octubre de 1746, Fernando y Bárbara hacen una entrada solemne en Madrid, ciudad que les tributa un homenaje delirante. La sensación positiva del pueblo es corroborada por las delegaciones diplomáticas cuyas impresiones no pueden ser más favorables para ambos. Los nuevos reyes permiten que la reina viuda se instale en el palacio de los Afligidos, en la montaña del Príncipe Pío, justo en el lado opuesto de la ciudad, vista desde el Buen Retiro.

Bárbara tenía entonces treinta y cinco años y su maestro Scarlatti sesenta y uno. Ambos compartían, además del amor por la música, la afición por los dulces conventuales lo que les provocó diabetes y un evidente aumento de peso.

Con la reina viuda aparentemente neutralizada y con tantos proyectos por emprender se inicia para la pareja una nueva y fructífera etapa que veremos en el próximo y último artículo.


Retrato de Bárbara de Braganza por Louis Michel
Van Loo. Museo de la Real Academia de Bellas
 Artes de San Fernando. Madrid.
Foto: Pessoas en Madrid


Artículos relacionados:
Bárbara de Braganza, del monasterio de Mafra al de las Salesas Reales (I)
Bárbara de Braganza, del monasterio de Mafra al de las Salesas Reales (III)


BIBLIOGRAFÍA
Infantas de Portugal, rainhas em Espanha. Marsilio Cassotti. A esfera dos livros. 2012

6 comentarios:

  1. Hola Antonio:
    Hemos llegado a la máxima expectación en el relato, ya han conseguido nuestros protagonistas neutralizar a la mala de la película. ¿Conseguirán ser felices o les espera alguna que otra desdicha? Desde luego la historia es apasionante; por cierto, estupendo el análisis de personajes del cuadro de Van Loo. Es como una sesión de psicoanálisis...

    Un abrazo, Jesús

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias Jesús, me alegro que te haya gustado y que se mantenga la expectación hasta el final. Aunque no soy historiador, me atrae mucho la estrecha relación que hay entre historia, arte y psicología. Quizá habría que organizar de otro modo los estudios convencionales...
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Interesantísimo Antonio, suscribo todo lo que dice Jesús, la historia es apasionante. Como en el anterior, un montón de detalles fantásticos, tan bien contados.
    Me gusta mucho esa relación que estableces entre historia, arte y psicología. La psicología, las personas y sus relaciones, al final lo explican todo.
    ¡Esperamos el siguiente capítulo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Mercedes, ya lo creo que lo explican todo. Cuando te topas con un personaje tan fuerte (hasta ahora la suegra, no Bárbara) todo tiene sentido. He tenido que filtrar detalles de ella con demasiada "sal gorda" para este foro, pero ideal para una peli o para hacer un "best seller".
      Gracias por tu comentario y un abrazo.

      Eliminar
  4. Fascinante mujer y fascinante reportaje. Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Carlos, me alegra verte por aqui y que te haya gustado.
      Un abrazo

      Eliminar