Paseo pessoano dedicado a Teresa y Ángel, dos grandes lusófilos.
Pessoas en Madrid se encuentra en Lisboa y decide dar un paseo en busca de las huellas de Fernando Pessoa por la ciudad. Eso sí, ayudado por nuestro Shih-Tzu que, aunque no es una raza de rastreo, sirve un poco para todo y ya que lógicamente no puede ir a la playa, que por lo menos reciba un buen baño de cultura.
Partimos desde el café A Brasileira, en pleno barrio del Chiado, barrio literario por excelencia, de cafés de tertulia y comercio de calidad. Pessoa era asiduo a sus tertulias y a su buen café, aquel café que echaba de menos y que llevó -con camarero incluido- Almada Negreiros a la tertulia ramoniana del Pombo.
Buscamos en su interior y ni rastro de él. Los cuadros de Almada tampoco están pero han sido sustituidos con buen criterio por pinturas de aire vanguardista entre frisos y anaqueles de madera con yesos dorados. Se respira un aire distendido mezclado con aroma a café que invita a la tertulia.
Nos encontramos con él en el exterior y nos invita a sentarnos a su mesa. Se lo agradecemos mucho pero como creemos que la conversación no va a llegar mucho más lejos le pedimos al Shih-Tzu que coja bien el rastro del escritor y nos ayude en la búsqueda: ¡Busca Cucky, busca!Bajando ya por la Rua Garrett entramos el la librería Bertrand, otro clásico. Es una sucesión casi infinita de salas que la convierte en un auténtico templo de la cultura. Allí encontramos todos los títulos de Pessoa, excepto los escritos inéditos que custodiaba el desaparecido café Ferrari, ambos pasto de las llamas en el pavoroso incendio que castigó tan duramente el Chiado en 1988.
Un poco más abajo entramos en un portal muy curioso donde seis limpiabotas se ocupaban de sacar lustre a los zapatos del paseante. Seguro que allí se sentó Pessoa. No en vano esa imagen de pulcritud que tenía habría que trabajarla. Lugar nada aconsejable para turistas con chanclas, converse, sandalias, etc.
Al final de la calle hay un moderno centro comercial renacido de las cenizas cual ave Fénix. Está situado en el edificio de los antiguos Almacenes Grandela, donde imaginamos que también él se compraría algo. Allí se originó el incendio antes referido. El barrio fue reconstruido según proyecto de Alvaro Siza Vieira y hay que reconocerle el éxito de la operación urbanística al incorporar al espacio urbano los grandes patios de manzana, eliminando al máximo el tráfico rodado y dotando de aparcamientos la zona, recualificándose, como resultado, todo el barrio.
Este coche antiguo estacionado en la Rua do Carmo, que ahora sirve de reclamo para vender cd´s de Fado, en su día pudo dar algún susto a tan introspectivo y con aire de despistado escritor.
Casi al final de la calle resiste milagrosamente una deliciosa tienda de guantes -luvas- con enormes resonancias literarias en su nombre: Luvaria Ulisses.
Es como una reliquia de los tiempos en que un auténtico caballero no iba adecuadamente vestido si no remataba su indumentaria con sombrero y guantes, siempre de acuerdo a la estación del año. Es un accesorio que tampoco olvidarían Joyce ni Pessoa, aunque creemos que Homero no llegó a conocer.
Llegamos a la Praça do Rossio y Cucky sigue tirando muy fuerte por lo que deducimos que tiene mas rastros y que el paseo aún no ha terminado. Pero eso ya lo veremos otro día...
Fotos: Filipa Iraizoz