Infanta María Teresa de Borbón y Braganza. Princesa de Beira |
En este personaje, de largo recorrido, convergen un sinfín de circunstancias que le hacen especialmente complejo y totalmente diferente al que representan sus dos hermanas menores, de trayectorias vitales más lineales y transparentes:
- Fue infanta portuguesa y durante una parte de su vida, como primogénita, fue también princesa heredera de Portugal (de 1793 a 1795) y por ello recibió el título de Princesa de Beira. Por este motivo, desde su nacimiento estuvo destinada a casarse con el heredero del trono Español y tío, futuro Fernando VII.
- Sin embargo, durante el exilio brasileño fue cortejada por su primo D. Pedro Carlos, hijo del infante Gabriel de Borbón y de la infanta Mariana Victoria de Braganza, con quien se casó el 13 de mayo de 1810 en Río de Janeiro con diecisiete años. Por su matrimonio se convirtió también en infanta de España. Tuvo un hijo, el infante D. Sebastián Gabriel y enviudó dos años después, en 1813, a los diecinueve años.
- Para los carlistas, fue reina consorte de España por su segundo matrimonio con su cuñado Carlos María Isidro en 1838, viudo de su hermana Mª Francisca desde 1834 y denominado por los carlistas como Carlos V. Fue hasta su muerte una defensora a ultranza de la facción tradicionalista y del Antiguo Régimen absolutista.
ACTIVIDAD POLÍTICA
Con la llegada de los barcos del rey y su comitiva al puerto de Lisboa el 3 de julio de 1821 procedentes del exilio brasileño dio comienzo la frenética actividad de política palaciega de María Teresa y su vinculación con Madrid desde el denominado "bando apostólico" enfrentado al "bando realista".
Poseedora de un fuerte carácter marcadamente absolutista dio, en primer lugar, todo el apoyo a su hermano, el rey conspirador Miguel I de Portugal, de carácter igualmente absolutista, enfrentado a su otro hermano Pedro I de Brasil y IV de Portugal, de carácter liberal y masón, durante la guerra civil que asoló Portugal entre 1826 y 1834.
A continuación apoyó desde Madrid la causa de su cuñado, el infante Carlos María Isidro, que reclamaba para sí el trono español originando un conflicto dinástico e ideológico que ocupó gran parte del siglo XIX con tristes consecuencias.
Durante los últimos años del reinado de Fernando VII, la princesa de Beira pasó a residir junto a su hermana María Francisca y su hijo Sebastián Gabriel en la corte madrileña donde reclamaría la cuantiosa herencia que, por ley, correspondía a su hijo. Al estallar el conflicto dinástico, en el que conspiró activamente y presenció en La Granja el famoso episodio entre la infanta Carlota y el ministro Calomarde (con bofetada histórica incluida), el Infante D. Carlos y la familia al completo fueron expulsados de España por Fernando VII, viviendo para siempre en el exilio.
Grabado del Infante Sebastián Gabriel |
La familia se estableció primero en Portugal y posteriormente tuvieron que huir hacia Inglaterra, acosados también por los liberales portugueses.
Tras la muerte de Fernando VII en 1833 y la de su hermana María Francisca en 1834, María Teresa se convirtió en la principal activista del carlismo, participando más tarde junto a su hijo Sebastián Gabriel en la 1ª Guerra Carlista contra su prima Isabel II de España.
Comenzó a mantener correspondencia con su cuñado viudo desde la corte austríaca donde residía y se ocupaba de la educación de sus sobrinos, hasta que en febrero de 1838 se casaban en secreto y por poderes en Salzburgo.
Poco después se reuniría con D. Carlos para ratificar su matrimonio en Azpeitia en octubre del mismo año. No tuvieron más descendencia pero ambos criaron a sus respectivos hijos de manera conjunta, ya que además de hijastros eran sobrinos.
El 15 de Enero de 1837 las Cortes de España habían legislado para excluir a la dinastía carlista de la línea de sucesión, incluyendo a la infanta María Teresa, su hijo Sebastián Gabriel y su hermano Miguel. No obstante, en 1859 los derechos de su hijo, quien fue un gran coleccionista de arte y fotógrafo de la familia real, fueron restaurados después de que éste abandonase la causa carlista.
En el año 1839 acabó la primera guerra carlista con la victoria de las tropas realistas lideradas por el general Baldomero Espartero. En 1845 D. Carlos abdicó sus derechos en su hijo mayor Carlos Luis, que asumió el título carlista de Carlos VI. En 1855 falleció ya anciano D. Carlos en Trieste quedando eclipsada, temporalmente, la influencia de María Teresa en el panorama político español.
Infante Carlos María Isidro, por Vicente López Portaña. 1823 |
LEGADO IDEOLÓGICO
Cuando tras la muerte de Carlos VI, conde de Montemolín en 1860, fue sucedido por su hermano Juan III, se produjo una profunda crisis en las filas carlistas porque éste último resultó ser excesivamente liberal para sus seguidores. María Teresa jugó entonces un papel fundamental a la hora de sustituir como pretendiente a Juan III por su hijo Carlos (Carlos VII para los carlistas), sin duda el más carismático de los pretendientes de esta dinastía.
Asumió el papel de matriarca de la familia imponiendo la renuncia de Juan a favor de su hijo Carlos, decisión que certificó con su famosa Carta a los Españoles, de 1864. En ella expuso sus ideas sobre el carlismo y renovó el concepto de legitimidad para justificar este cambio en la dinastía:
Religión, Patria y Rey (...) Rey, digo por último, pero rey por la gracia de Dios y no por la gracia de la soberanía nacional (...). Según el liberalismo, de la soberanía nacional emana todo el poder y los poderes que existen, negando de este modo todo poder de origen divino. Ahora bien, esto está condenado por la Iglesia católica y con razón: pues la Escritura sagrada dice expresamente: todo poder viene de Dios (...)
El liberalismo es puro absolutismo, porque se atribuye a sí un poder que no le viene de Dios, de quien prescinde, ni del pueblo soberano, porque a este no se le concede sino el vano y ridículo derecho de depositar una boleta en una urna electoral.
María Teresa falleció en 1874 a los ochenta y un años de edad en Trieste, tras 19 de viudez, en plena 2ª Guerra Carlista alentada por ella misma, cuando Carlos VII luchaba por conquistar el trono español y liderando en la sombra la facción más reaccionaria e intransigente del conservadurismo español de finales del siglo XIX.
FUENTES
Carlos Herráiz García
Eduardo Montagut Contreras
Museo Zumalakárregui
NOTA
Pessoas en Madrid no comparte necesariamente todas las ideas políticas y religiosas vertidas en la elaboración de este artículo.
EPÍLOGO
Terminamos aquí la serie de infantas de Portugal que vivieron en Madrid, muchas de las cuales llegaron a reinar. El elenco completo de infantas portuguesas reinantes en España o algún reino peninsular consta de once personajes de los cuales no hemos podido tratar a todas al no estar seis de ellas vinculadas con Madrid.
Otro personaje, entrañable donde los haya, al que tampoco hemos podido tratar, sólo vivió unos pocos años en Valladolid, murió como princesa de Asturias y madre del desdichado príncipe D. Carlos: María Manuela de Avis y Austria, primera esposa de Felipe II.
Hemos visto cómo se ha ido mezclado la sangre portuguesa de los Borgoña, Avis y Braganza con las Casas reales peninsulares de Borgoña, Trastamara, Austria y Borbón; los persistentes intentos para conseguir una conveniente alianza política o la ansiada unión dinástica de una manera natural, sin el empleo de la fuerza.
Sólo lo consiguieron plenamente D. Manuel I, el afortunado, y su primera esposa Isabel de Aragón y Castilla al nacer su hijo el infante Miguel de la Paz, primer nieto de los Reyes Católicos. Fue reconocido y jurado como príncipe heredero de las tres coronas peninsulares (aún quedaba fuera la de Navarra) de 1498 a 1500. Su nacimiento costó la vida a su madre y dos años más tarde murió el pequeño infante por causas desconocidas. Está enterrado en la Capilla Real de Granada, junto a sus abuelos maternos.
Imaginar qué hubiera ocurrido con la Península Ibérica y el resto del mundo si Miguel de la Paz hubiese sobrevivido entra en el terreno de la política ficción pero sirve para soñar que la unión peninsular pudo haber ocurrido.
FUENTES
Carlos Herráiz García
Eduardo Montagut Contreras
Museo Zumalakárregui
NOTA
Pessoas en Madrid no comparte necesariamente todas las ideas políticas y religiosas vertidas en la elaboración de este artículo.
EPÍLOGO
Terminamos aquí la serie de infantas de Portugal que vivieron en Madrid, muchas de las cuales llegaron a reinar. El elenco completo de infantas portuguesas reinantes en España o algún reino peninsular consta de once personajes de los cuales no hemos podido tratar a todas al no estar seis de ellas vinculadas con Madrid.
Otro personaje, entrañable donde los haya, al que tampoco hemos podido tratar, sólo vivió unos pocos años en Valladolid, murió como princesa de Asturias y madre del desdichado príncipe D. Carlos: María Manuela de Avis y Austria, primera esposa de Felipe II.
Hemos visto cómo se ha ido mezclado la sangre portuguesa de los Borgoña, Avis y Braganza con las Casas reales peninsulares de Borgoña, Trastamara, Austria y Borbón; los persistentes intentos para conseguir una conveniente alianza política o la ansiada unión dinástica de una manera natural, sin el empleo de la fuerza.
Sólo lo consiguieron plenamente D. Manuel I, el afortunado, y su primera esposa Isabel de Aragón y Castilla al nacer su hijo el infante Miguel de la Paz, primer nieto de los Reyes Católicos. Fue reconocido y jurado como príncipe heredero de las tres coronas peninsulares (aún quedaba fuera la de Navarra) de 1498 a 1500. Su nacimiento costó la vida a su madre y dos años más tarde murió el pequeño infante por causas desconocidas. Está enterrado en la Capilla Real de Granada, junto a sus abuelos maternos.
Imaginar qué hubiera ocurrido con la Península Ibérica y el resto del mundo si Miguel de la Paz hubiese sobrevivido entra en el terreno de la política ficción pero sirve para soñar que la unión peninsular pudo haber ocurrido.
Hola Antonio:
ResponderEliminarMiedo me da el carácter de esta mujer que nos acabas de describir. Su "Carta a los españoles" suena tan terrorífica que casi me quedo con lo que ya teníamos, aunque eso tampoco fuera muy bueno.
Felicidades por la serie de infantas, te ha quedado ejemplar, de antología. Un abrazo, Jesús
Hola Jesús,
EliminarTotalmente de acuerdo. Si lo que había era malo, la alternativa era peor por no decir que terrorífica. La consanguinidad hizo estragos también en esa época. Lo que mas me entristece es el hecho de que las ideologías más aberrantes encuentran siempre cobijo en el bellísimo País vasco y parte de Navarra...
Muchas gracias y un abrazo.
Antonio, solo se me ocurre felicitarte por esta "serie de infantas" como dice Jesús, sumada a la de reinas, realmente magníficas. Aprendo un montón con tus artículos, una lección que tiene en cuenta que la historia la hacen las personas.
ResponderEliminarAbrazos.
Y yo feliz por oír cosas así. Yo también aprendo cosas que antes no me interesaban nada, aunque en este caso reconozco que el carlismo sigue sin interesarme lo más mínimo ¡Qué cosa más demencial!
EliminarMuchas gracias y un abrazo
¡ Pues sí tengo que meterme en estudiar Historia de Portugal, y con esta serie de Infantas puedo empezar gracias a tu blog, Antonio !. Dos penas : compartir el nombre con ésta y corregir una idea muy idílica, pero falsa, sobre las guerras civiles entre portugueses!!!.
ResponderEliminarAsí es la historia...
Hola Teresa,
ResponderEliminarA pesar de esta infanta, tienes un nombre bien bonito.
Para empezar, te recomiendo un libro para las vacaciones que vas a disfrutar de lo lindo: "El Imperio eres tú", de Javier Moro, premio Planeta 2011. Ambientado en el Brasil colonial y posteriormente Imperial y con toda la Familia real allí instalada, se describe muy bien la Guerra civil protagonizada por los hermanos D. Pedro y D. Miguel en Portugal. Quizá sea la excepción que confirma la regla y no haya que corregir nada en relación a las guerras civiles entre portugueses.
Gracias por tu comentario y un abrazo