miércoles, 11 de julio de 2012

San Antonio de Lisboa y Padua (II)



Continuamos el recorrido por los escenarios mas significativos que Madrid dedica al santo lisboeta y nos encontramos con la Iglesia de San Antonio de los portugueses, posteriormente de los alemanes y denominación actual. Está en el barrio de Malasaña, en la Calle de la Puebla nº 20 esquina con la Corredera Baja de San Pablo.

EXTERIOR

Estamos ante una iglesia de planta ochavada al exterior, con tambor cubierto por un gran chapitel octogonal e irregular como puede apreciarse con extraordinario detalle en el imprescindible plano, más bien perspectiva, del portugués Teixeira.


San Antonio de los portugueses en el plano de Teixeira

La manera en que está cubierto el templo es una de sus curiosidades  y técnica habitual en las iglesias barrocas madrileñas. Se trata en realidad de bóvedas encamonadas, elaboradas con materiales ligeros y baratos como la madera, la pizarra y el yeso. La técnica es la opuesta a la masiva o pétrea empleada en épocas anteriores con mayores recursos económicos como ocurrió en la Basílica del Escorial. Sin embargo, la fórmula no renunciaba a la vistosidad puesto que el interior podía ir decorado, a veces de modo fastuoso como veremos que sucede en este templo.


Esquema en sección de una bóveda encamonada


La Iglesia hace parte de un conjunto que ocupa la manzana completa fundado como Hospital de los portugueses, institución creada en 1606 por Felipe III.

San Antonio de los portugueses se comenzó a construir en 1624 y se concluyó en 1633. La autoría de los planos es del jesuita Pedro Sánchez con la colaboración de Juan Gómez de Mora, bajo la dirección del Maestro de obras Francisco Seseña.

Mariana de Austria, segunda mujer de Felipe IV, lo cedió en 1668, tras la separación del reino portugués, a la comunidad de católicos alemanes muy numerosa entonces. Fue en ese momento cuando se cambió la denominación de la iglesia y hospital, manteniéndose la advocación de San Antonio.



La fachada de ladrillo visto, es obra de Juan Gómez de Mora. Fue restaurada en 1886 por Antonio Ruiz de Salces, dándole un aire neogótico en los recercados de los huecos. Nos recibe una espléndida escultura en piedra de San Antonio, obra del también portugués Manuel Pereira (al que dedicaremos más adelante un artículo) dentro de una hornacina, que remata la portada de lineas sencillas de granito. Nos gusta mucho la expresión de su rostro, con una mezcla de ternura y simpatía ante la contemplación del niño Dios.



Pero la verdadera sorpresa se encuentra al traspasar ese umbral. Nos encontraremos ante un espacio interior que emociona, un gran trampantojo teatral, pensado para el disfrute de los sentidos. Es rotundo, unitario y al mismo tiempo dinámico, características barrocas que parecen corresponderse también con el titular del templo, San Antonio.

INTERIOR

El exterior ochavado no permite adivinar un interior de planta elíptica y abovedada. Sólo hay un precedente en España en la Iglesia del Convento de las Bernardas de Alcalá de Henares que también trazó Juan Gómez de Mora en 1619. Su diseño se basó en la romana Santa Anna dei Palafrenieri que Vignola ideó en 1565.


Iglesia del Convento de las Bernardas. Alcalá de Henares


Santa Anna dei Palafrenieri. Ciudad del Vaticano. Roma

La más conocida de Sant´Andrea al Quirinale de Bernini es de 1658 y por tanto posterior a la madrileña. En este caso, Bernini da una vuelta de tuerca más al dinamismo barroco y presenta el eje menor de la planta elíptica como el eje principal, forzando aún más el juego de perspectiva. A su vez, este templo se inspira en el semiesférico Panteón de Agripa romano, con sus capillas entre contrafuertes.


Sant´Andrea al Quirinale. Roma.


Pero volvamos a Madrid. La exuberancia y calidad decorativa que tiene esta iglesia, la hacen única en el barroco madrileño. Prácticamente desde el suelo, se desarrolla un ciclo pictórico pintado al fresco, dedicado en su mayor parte a San Antonio, que se extiende hasta llegar a la apoteosis de la bóveda con lunetos.




Hacia 1660 Francisco Ricci y Juan Carreño de Miranda pintan la cúpula. El primero con arquitecturas fingidas, técnica introducida aquí por los italianos traídos por Velázquez, Mitelli y Colonna. Entre las columnas salomónicas y los lunetos están representados ocho santos portugueses y escenas de sus vidas. 



Juan Carreño de Miranda realiza en la parte central La Apoteosis Celestial de San Antonio, separada de la escena anterior por un gran entablamento fingido.



A finales del siglo XVII Luca Giordano, el pintor más solicitado en la Europa del momento, restaura las pinturas de la bóveda e introduce elementos barrocos como los fustes salomónicos, antes lisos. Decora los muros curvos con escenas de los populares milagros de San Antonio, simulando grandes tapices sujetos por ángeles y puttis. En la parte inferior se representan reyes europeos del medievo.






El retablo mayor es de mediados del XVIII del arquitecto Miguel Fernández y el escultor Francisco Gutiérrez. La escultura central de San Antonio en madera policromada es obra también de Manuel Pereira.




El espacio interior se completa con seis altares barrocos laterales en hornacinas retranqueadas con pequeños retratos ovales de los Austrias menores y las reinas consortes sobre la clave de las hornacinas.

No existen elementos arquitectónicos o estructuras auxiliares en el espacio interior que modulen el espacio. Esa misión está reservada exclusivamente a la pintura mural que todo lo envuelve. Los altares laterales, los huecos y lunetos sobre ellos están integrados en el conjunto pictórico respetando de esa manera la tensión y el protagonismo del muro curvo continuo y la bóveda dedicadas al santo lisboeta.



LA HERMANDAD

La iglesia pertenece desde el 1700 a la Hermandad del Refugio. Esta institución tenía el compromiso de prestar ayuda a los necesitados de Madrid. Un sacerdote y dos seglares de la hermandad, salían a las calles para buscar mendigos a los que ofrecer agua, pan blanco y un huevo duro. Se conserva todavía la plantilla de madera cuyo agujero servía para desestimar el huevo si por allí entraba, pronunciando la famosa frase: Si pasa, no pasa. Si no pasa, pasa. Lo que indicaba que el huevo era demasiado pequeño para el prestigio de la Hermandad a la que han pertenecido los reyes de España desde siempre, incluidos los actuales.

Artículos relacionados:
San Antonio de Lisboa y Padua (I)
San Antonio de Lisboa y Padua (III)

Fotos:
Filipa Iraizoz Valido-Viegas

Agradecimiento:
A Carlos Osorio, por la magnífica visita guiada que nos ofreció. 

8 comentarios:

  1. Hola Antonio,
    es una iglesia maravillosa, la primera vez que la vi me impresionó como pocas veces una obra de arte, pero aún ahora cada vez que entro me sorprende.
    Tus explicaciones "arquitectónicas" son muy interesantes, y muy claras. ¡Gracias!

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    1. Gracias a tí, Mercedes. Quería aportar algo diferente al material tan abundante que hay. Es un lujo de iglesia en la que estaría horas.
      Un abrazo

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  2. Hola Antonio:
    Estaba esperando esta segunda entrega y me ha entusiasmado. Te vuelves a salir con esta maravilla del barroco madrileño. Las comparativas arquitectónicas son acertadísimas. Completamente de acuerdo con la expresión del San Antonio de la portada exterior, es muy sugerente.

    Un abrazo y enhorabuena, Jesús

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    1. Muchas gracias, Jesús. No tenemos las iglesias de Roma pero nos aproximamos bastante. Si tuviéramos todas las que se perdieron por un motivo u otro, la cosa sería diferente. La expresión de la talla exterior es muy simpática y sugerente. No tanto como la del interior que ha quedado un poco estrábica, jeje.
      Un abrazo.

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  3. Gran trabajo Antonio,
    La iglesia se merece un estudio tan detallado como el que haces. Ya solamente la decoración de la bóveda debería tener un concienzudo aparte, pues es maravillosa.
    Enhorabuena, a ti y a la fotógrafa.
    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias Manuel, lo cierto es que por donde la mires, la iglesia es de lo más fotogénica. La fotógrafa que llevaba también es muy buena y supera con creces al progenitor. Estoy convenciéndola para que haga un cursillo de fotografía estos días de "no saber que hacer".
      Un abrazo

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    1. Gracias a tí, Carlos. Sin tu lección in situ no hubiera sido posible.
      Un abrazo.

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