martes, 1 de abril de 2014

Antonio Ferro


Antonio Ferro (1895-1957) fue periodista, escritor, cronista y político de fuerte personalidad y trayectoria intelectual muy singular. Con sólo veinte años fue el editor de la revista Orpheu, fundada por Fernando Pessoa y Almada Negreiros entre otros, siendo uno de los más elocuentes portavoces de los movimientos de vanguardia al tiempo que defensor del nacionalismo y de la intervención del Estado en la cultura. Abandonó el derecho por el periodismo colaborando desde 1919 en O Jornal, O Século, Diário de Lisboa y Diário de Notícias y dirigiendo en 1921 la revista Ilustração Portuguesa, donde queda patente su carácter nacionalista. 

En 1924 pasa al ámbito internacional al hacer sonadas entrevistas a dictadores, militares e intelectuales nacionalistas europeos para O Século y el Diário de Notícias, entre ellos a MussolinniClémenceau, Maurras, Alfonso XIII, Miguel Primo de Rivera, Poincaré, el general Pétain, Gabriel d’AnnuncioPío XI, que fueron recogidas en su libro Viagem à volta das Ditaduras.




Su obra política se vería ampliada con Prefácio à República Espanhola (1933), en la que pretende hacer una radiografía de la vida pública española mediante la descripción de algunos de sus ilustres personajes, como Marcelino Domingo, José Ortega y Gasset, Indalecio PrietoMiguel de Unamuno. Entonces Ferro ya se sentía identificado con el proyecto salazarista y publica las célebres cinco entrevistas a Salazar en el Diário de Notícias recogidas en Oliveira Salazar. O Homem e a sua obra (1933).



Salazar quedó rendido a su talento y le encargó al año siguiente la creación del Secretariado de Propaganda Nacional. Desde ese cargo intentó crear una política de espíritu que buscaba, por un lado, recuperar las raíces del folclore portugués y, por otro, hacer de algún modo pedagogía del arte moderno, poniendo en práctica su proyecto intervencionista en el arte y la cultura portuguesas. En 1935 crea el Cinema Popular Ambulante y, poco después, el Teatro do Povo.
Su labor fue vista como sospechosa por los intelectuales portugueses de la oposición y con desconfianza por una derecha que temía su osadía. A partir de 1945 su departamento pasó a denominarse Secretariado Nacional de Información y en 1950 abandonó su cargo por el de ministro plenipotenciario en Berna y el de embajador en el Quirinal en 1955. Estuvo casado con la poetisa Fernanda de Castro y fue el padre del escritor Antonio Quadros (al que debemos grandes momentos de lectura sobre la historia de Portugal con su iniciático Portugal: Razón y misterio).




Su relación con la capital de España fue intensa, como hemos visto, pero queremos destacar dos episodios de Antonio Ferro ocurridos entre nosotros relacionados con dos grandes intelectuales y conocedores de la cultura portuguesa: Unamuno y Ramón Gómez de la Serna.

-   En 1930 Unamuno concede en Salamanca una entrevista a Antonio Ferro que es publicada en el Diário de Notícias. Unamuno se muestra en ella contrario a la fragmentación de la península ibérica y propone a los escritores gallegos, catalanes y vascos que escriban en castellano, para poder llegar a un público más amplio. Esta opinión provocó la reacción de Pessoa ampliando el foco de atención no sólo a la realidad ibérica, sino al contexto internacional, respondiendo a Unamuno con estas duras palabras:


El problema de la lengua no importa, porque si a un catalán le gusta escribir en castellano lo hará entonces como lo hace ahora, del mismo modo que un catalán puede escribir en francés y tener un público más amplio. Unamuno ha propuesto: ¿por qué no escribir en castellano? Si se trata de eso, prefiero escribir en inglés, que me proporcionará un público más amplio que el castellano (...) El argumento de Unamuno es, en realidad para escribir en inglés, ya que esa es la lengua más difundida en el mundo. Si me abstuviese de escribir en portugués porque mi público es, en consecuencia, limitado, también puedo escribir en la lengua más difundida de todas. ¿Por qué habría de escribir en castellano? ¿Para que pueda entenderme Unamuno? Es pedir demasiado por tan poco.


Unamuno, el general Sanjurjo, su esposa y Fernández Flores en Estoril.
Foto: ABC  
Hay que apuntar que este desencuentro estuvo precedido por un primer incidente entre ellos cuando, en 1915, Pessoa envió a Unamuno una carta acompañando el envío de la recién salida revista Orpheu en la que afirmaba:


(...) estamos seguros de que en ella (la revista) tendrá la sorpresa de encontrar algo con lo que no se habrá topado en su recorrido a través de las literaturas conocidas. Como somos absolutamente conscientes de nuestra originalidad y de nuestra elevación, no tenemos ningún escrúpulo en decirlo.


Y que obtuvo de Unamuno un simple y cortés agradecimiento por escrito, como era su costumbre en aquellos envíos que no despertaban especialmente su interés.

-   Si hubo un autor portugués entre los amigos de Ramón Gómez de la Serna que merece una atención especial por la intensidad de su relación fue, sin duda, António Ferro. Él es el más citado en los textos de Ramón sobre Portugal y con el que abordó un mayor número de proyectos en común, además de ser, en palabras de José Osório de Oliveira, tal vez el único que sufrió la influencia de la prosa y del espíritu de Ramón. Ferro, aparece en Pombo calificado como gran poeta y en La sagrada cripta de Pombo, donde se reproduce una fotografía suya tomada en el café Martinho, también aparece una referencia al gran António Ferro, lo cual parece subrayar la importancia de la amistad y la admiración demostrada por Ramón hacia el escritor portugués.

Pero la admiración fue mutua como parecen demostrar las ocasiones en que ambos colaboraron en proyectos comunes y la más que posible presencia de la greguería ramoniana en el universo de lecturas del António Ferro autor de libros como Leviana o Teoria da indiferençadonde aparecen colecciones de aforismos que se sitúan muy cerca del espíritu de la greguería. 


En 1924, Ferro afirma en una entrevista a Ramón que cuando en España todavía no sabían bien su nombre [hace referencia a 1915], nosotros ya lo escribíamos correctamente, con todas las letras. La admiración mutua queda bien de manifiesto en las colaboraciones ofrecidas por los dos autores. Así, Gómez de la Serna prefacia la edición definitiva de la novela en fragmentos Leviana (1929), mientras que Ferro escribe unas esclarecedoras páginas que anteceden a la traducción de la novela breve de Ramón La roja (A Ruiva), que ve la luz en Portugal en 1923, donde afirma lo siguiente:

Ramón Gómez de la Serna, acróbata de frases y de ideias, es el gran escritor de la España moderna. Su obra es fuerte, su obra que es un circo de payasos y de juglares, es el triunfo ruidoso y definitivo de la nueva literatura española.
Ramón, artista niño, que todavía no se cansó de poner juguetes en el árbol de navidad de su Arte es uno de los escritores más originales del momento, de los más imprevistos y de los más raros. (…) Ramón Gómez de la Serna que nunca fue un discípulo es hoy un maestro. España, que llevó mucho tiempo en tomarlo en serio, tiene hoy por él el respeto y la ternura que todos los innovadores deben merecer. Es necesario que Portugal también le conozca.





Ramón Gómez de la Serna en "El Ventanal", su estudio de Estoril.


Exterior del estudio de Ramón en Estoril.



AGRADECIMIENTO:
Hipólito de la Torre, catedrático de Historia Contemporánea y buen amigo, quien nos proporcionó este complejo y olvidado personaje.

BIBLIOGRAFÍA:
- Iberia. Introducción a un imperialismo futuro. Fernando Pessoa. Pre-textos. Colección Textos y Pretextos. Valencia, 2013.
- Ramón Gómez De La Serna, António Ferro y la greguería. Antonio Sáez Delgado. Universidade de Évora.
- Tudo pela Nação, nada contra a Nação. Salazar, la creación del secretariado de Propaganda Nacional y la censura. Alberto Pena Rodriguez. Universidad de Vigo.
- Inconformista.info

6 comentarios:

  1. Bravo, Antonio, realizas una semblanza magnífica y la ilustras con unas fotos muy valiosas, que no tienen desperdicio (¡qué envidia de Estoril!). Unamuno llevó al extremo aquello de "que inventen ellos"; creo que, en su polémica con Pessoa, éste tenía más razón que un santo. Con respecto a Ramón, me ha llamado mucho la atención su amistad con Ferro, pues, a priori, parecen personajes muy dispares, con trayectorias muy distintas. Pero el hecho de que se admirasen mutuamente refleja que un personaje es tanto más grande cuando más admira al diferente.

    Enhorabuena por el artículo. Un abrazo, Jesús

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    1. Muchas gracias por tu comentario, Jesús. Coincido contigo en lo de la polémica de Pessoa con Unamuno pero hay que decir que las maneras del poeta luso recuerdan bastante a las de cierto ex-entrenador blanco. Creo que Ferro y Ramón tuvieron bastante en común antes de la década de los treinta. No olvides que para editar Orpheu habría que estar bastante "pirao". Luego se unió al salazarismo pero a pesar de eso su espíritu de vanguardia continuó vivo (ver el enlace "política de espíritu", es una maravilla).
      Gracias de nuevo y un abrazo

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  2. Hola Antonio:
    Sí que es compleja y olvidada la personalidad de Antonio Ferro. Y muy apasionantes las relaciones personales entre los intelectuales ibéricos de esa época. Tanto Unamuno como Gómez de la Serna eran unos enamorados de Portugal.
    " ¿ Qué tendrá este Portugal para así atraerme ? ¿ Qué tendrá esta tierra, por fuera riente y blanda, por dentro atormentada y trágica ? Yo no sé: pero cuanto más voy a él, más deseo volver. " decía Don Miguel en " Por tierras de Portugal y de España ".
    Y de Don Ramón recomiendo " La quinta de Palmyra ",que viendo la foto del ventanal de su estudio en Estoril está claro que es el escenario de esta novela.
    Antonio Ferro como bien cuentas formó una familia muy culta - y buena gente - con su mujer y su hijo, Antonio Quadros.
    Felicidades por este buen trabajo.
    Un abrazo.

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    1. Confieso que ver unos comentarios como estos compensan cualquier tipo de esfuerzo, Teresa. El primer libro lo tengo sólo hojeado (ya sabes, en casa del herrero...) y el segundo lo pienso buscar. Hay muchas anécdotas sobre ese estudio de Estoril: que si encargó una mesa de ocho metros de largo para poder trabajar en todas obras que tenía, que si gastó la herencia de una tía para comprarlo y al final tuvo que malvenderlo.
      También te confieso que no sabía que Antonio Quadros era su hijo (Filipa muerta de risa), con lo que Ferro ha ganado muchos puntos para mí...
      Muchas gracias y un abrazo

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  3. Hola Antonio, yo también te felicito por este gran trabajo, interesantísimo. Además, confieso mi ignorancia, no sabía nada de este singular personaje, por lo que me has descubierto un buen tema y anécdotas jugosas. ¡Gracias!

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    1. Muchas gracias , Mercedes. Cuando se empiezan a relacionar personajes desconocidos con los "nuestros" es inevitable que surja la chispa y a veces la anécdota. En el caso de la discusión de Pessoa con Unamuno, reconozco que, aunque tuviera más razón que un santo, como dice Jesús, se me ha ido un poco la idealización que tenía del luso.
      Un abrazo

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